Página 262 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
una línea determinada que pretendían que los demás siguieran en la
obra. Los obreros han tratado de seguirla con fe ciega, sin ejercer su
propio juicio acerca del asunto que tenían entre manos. Si los que
fueron nombrados directores no hubieran estado presentes, habrían
seguido sus instrucciones exactamente de la misma manera. Pero,
en el nombre de Cristo, les ruego que no sigan haciendo esa obra.
Den a los hombres la oportunidad de ejercer su juicio individual.
Los que siguen las indicaciones de otra persona y están dispuestos
a que otro piense por ellos, no están en condiciones de que se les
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confíen responsabilidades. Nuestros dirigentes son descuidados en
este asunto. Dios no ha dado a ciertas personas en particular toda la
capacidad mental que existe en el mundo.
Los hombres que ocupan puestos de responsabilidad deben creer
que los demás también tienen criterio, cierta capacidad de razonar y
perspicacia, y deben considerarlos capaces de realizar la obra que
se les ha encomendado. Nuestros dirigentes han cometido un gran
error al especificar todas las indicaciones que los obreros deben
seguir, y esto ha resultado en deficiencia, en falta de iniciativa pro-
pia en los obreros, porque han dependido de otros para todos sus
planes y ellos mismos no han asumido ninguna responsabilidad. Si
salieran de nuestras filas o murieran los hombres que han tomado
sobre sí esta responsabilidad, ¡en qué condición se hallarían nuestras
instituciones!
Los dirigentes deben delegar responsabilidades en los demás y
permitirles trazar planes e idear medios y ponerlos en ejecución, de
manera que puedan adquirir experiencia. Déseles una palabra de
consejo cuando sea necesario, pero no se les quite el trabajo porque
se piensa que están cometiendo errores. Dios se apiade de su causa
cuando se siga sin discusión la mente y el plan de un solo hombre.
El Señor no sería honrado si existiera ese estado de cosas. Todos
nuestros obreros deben tener oportunidad de ejercer su propio juicio
y discreción. Dios ha dado talentos a los hombres que él quiere que
usen. Les ha dado mente y quiere que sean pensadores y que tengan
sus propios pensamientos y sus propios planes, en lugar de depender
de otros para que piensen por ellos.
Creo que he presentado este asunto muchas veces delante de uste-
des, pero no veo que hayan cambiado su comportamiento. Queremos
que todos nuestros hombres responsables deleguen responsabilida-
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