A los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad
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des en los demás. Asignen a otras personas ciertas tareas que los
obliguen a trazar planes y a usar su buen juicio. No los eduquen para
que dependan del de ustedes. Los jóvenes deben ser adiestrados para
ser pensadores. Hermanos míos, no crean ni por un instante que su
forma de obrar es perfecta y que los que se relacionan con ustedes
deben ser su sombra, el eco de sus palabras, y que deben repetir sus
ideas y ejecutar sus planes.
Hay hombres que hoy debieran ser personas de pensamiento
amplio, sabios, de los cuales se pudiera depender, pero que no lo son,
porque se los ha educado para que ejecuten los planes de los demás.
Han permitido que otros les dijeran exactamente lo que debían hacer,
y han empequeñecido su intelecto. Su mente es estrecha y no pueden
comprender las necesidades de la obra. Son simples máquinas que
deben ser impulsadas por el pensamiento de otro hombre.
Por otra parte, no piensen que los hombres que siguen sus ideas
son los únicos en quienes se puede confiar. A veces ustedes han
pensado que porque ellos cumplen su voluntad al pie de la letra
son los únicos de quienes pueden depender. Si alguien ejerciera su
propio juicio y discrepara con ustedes, se habrían separado de él
como si fuera una persona en quien no se puede confiar. Aparten
sus manos de la obra y no la tengan tan firmemente asida. Ustedes
no son los únicos hombres que Dios puede usar. Den lugar al Señor
para que utilice los talentos que él ha confiado a otros hombres, a
fin de que la causa pueda crecer. Denle al Señor la oportunidad de
usar las mentes de otros hombres. Estamos perdiendo mucho por
causa de nuestros planes e ideas estrechos. No obstruyan el camino
del progreso de la obra. Permitan, en cambio, que el Señor obre
por medio de quienes él quiera. Eduquen, animen a los jóvenes a
pensar y a actuar, a proyectar y a planear, a fin de que tengamos una
multitud de consejeros.
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¡Cómo sufre mi corazón al ver a presidentes de asociación asu-
miendo la responsabilidad de seleccionar a los que pueden amoldar
para trabajar con ellos en el campo! Eligen a los que no van a dis-
crepar con ellos, sino que se van a limitar a actuar como máquinas.
Ningún presidente tiene derecho de hacer esto. Dejen que otros
hagan planes y, si fallan en algunas cosas, no consideren eso co-
mo evidencia de que no son capaces de ser pensadores. Nuestros
hombres más responsables han tenido que aprender a usar su jui-