Página 270 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
congregación mientras el Espíritu Santo obra en su entendimiento.
Si coopera fielmente con Cristo, se cumplirá la promesa: “He aquí
yo estoy con vosotros todos los días”.
Cuide de no perder nunca la sensación de la presencia del divino
Vigilante. Recuerde que está hablando no sólo ante una concurrencia
entenebrecida, sino a Alguien a quien siempre debe tener en cuenta.
Hable como si todo el universo del cielo estuviera ante usted, junto
con el grupo de ovejas y corderos de Dios que debe alimentar.
Predique la palabra
Los que pretenden predicar la Palabra deben hacerlo recordando
siempre que son obreros juntamente con Dios. De él procede su
eficiencia y, si se le da la oportunidad, obrará por medio de ellos.
Si son humildes, si no confían en su propia supuesta sabiduría y
capacidad, Dios pondrá argumentos en su mente y hablará a través
de sus labios. También impresionará las mentes de los oyentes, para
preparar sus corazones a fin de recibir la simiente que se siembra.
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Hermano mío, el poder de Dios debe hacer una obra diaria en
favor de usted, porque si no, en lugar del Espíritu Santo, el enemigo
de Dios y del hombres estará a su lado. Bajo su influencia, su obra
manifestará debilidad. Los más preciosos puntos de fe que se rela-
cionan con la salvación del alma serán malogrados y mutilados en
sus manos.
A menos que cambie su forma de trabajar, dará una formación
deficiente a los que se relacionan con usted en la obra. Ojalá que
su corazón luche y se quebrante gracias a su sed de Dios, del Dios
vivo. No permita que nada desvíe su mente de la obra de Dios y
la encamine hacia asuntos sin importancia. Con todas las energías
que Dios le ha dado, trabaje fervientemente y con oración, pidiendo
a la iglesia que coopere con usted. No confíe en sí mismo; por el
contrario, descanse en la seguridad de que Dios es el Obrero Jefe.
Usted es sólo su siervo y su obra debe proclamar estas palabras:
“Somos colaboradores de Dios”.
La negación del yo
De ninguna manera se atribuya gloria. No trabaje con la mente
dividida, tratando de servir al yo y a Dios al mismo tiempo. Man-