Página 271 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Medios y métodos
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tenga el yo fuera de la vista. Guíen sus palabras a los cansados y
trabajados para que lleven sus cargas a Jesús. Trabaje como viendo
al que está a su mano derecha, listo para impartirle su eficiencia y
su poder omnipotente en toda emergencia.
El Señor es su Consejero, su guía, el Capitán de su salvación.
Va delante de su rostro, venciendo y para vencer. Conságrese a sí
mismo a él, en alma y cuerpo, eliminando toda complacencia propia.
Niéguese a sí mismo; tome su cruz y trabaje con fervor por el Maes-
tro. No gaste innecesariamente su fuerza dando largos discursos.
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Esto consume la vitalidad, de manera que no queda fuerza suficiente
para realizar la parte más importante de la obra: el ministerio de casa
en casa.
La obra del evangelista
Enseñar las Escrituras, orar con las familias, ésta es la obra del
evangelista y debe combinar ese trabajo con la predicación. Si deja
de hacerlo, la predicación será en gran medida un fracaso. Debe
ser celoso de sí mismo. Usted y su esposa deben hacer un esfuerzo
personal para acercarse a la gente. Enséñenles que el amor de Dios
debe llegar al santuario íntimo de la vida del hogar. Si lo desean,
pueden poseer el poder interior del Espíritu Santo para ayudarlos en
su tarea.
Estamos dando el último mensaje de misericordia a un mundo
que perece, y Dios nos pide que le demos frescura y poder a su
obra. Podemos hacerlo sólo con la ayuda del Espíritu Santo. Las
tendencias heredadas y los malos hábitos deben ser disciplinados y
crucificados a menudo. Humíllense bajo la mano de Dios, porque
sus caminos no son los de Dios, y ustedes dos tienen mucho que
aprender en la escuela de Cristo.
Anoche se les dirigieron estas palabras de instrucción: “Busquen
el consejo de sus hermanos. Sus planes necesitan la cuidadosa con-
sideración de otras mentes”. Se han dado advertencias acerca de
depender de los hombres y confiar en su sabiduría. El tentador se
propone desviar a los hombres persuadiéndolos a que dejen de mirar
a Jesús en procura de fuerza y eficiencia, para que hagan de la carne
su brazo. Esto se ha hecho en muchas oportunidades. Satanás ha
armado su trampa para cazar a los hombres y ponerlos de su parte,