Página 277 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Administradores de asociaciones
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vese cada instrumento humano en su lugar y no trate de ocupar el
lugar de Dios. Se ha confiado demasiado en los hombres.
En Battle Creek tenéis evidencia de que hombres que han tenido
mucho que decir no andan con Dios. Hay abundante actividad, pero
no son muchos los que trabajan en sociedad con Cristo; y los que
andan y trabajan lejos de él han sido más activos en planear y poner
en práctica sus propios métodos. Si tuvieran la sabiduría que viene
de la Fuente de toda sabiduría, actuarían en forma más considerada
y estudiarían más fervientemente la relación de causa a efecto. Se
darían cuenta de que unas pocas mentes en Battle Creek no pueden
manejarlo todo.
Las asociaciones que corresponden a los estado
deben tener
hombres en su dirección que amen y teman a Dios: hombres capaces,
que aprendan en la escuela de Cristo a ser sus colaboradores, a llevar
su yugo y a levantar las cargas del Señor. Han de ser socios con
Cristo en el servicio sagrado de salvar almas. Todo miembro de
iglesia ha de trabajar con celo y fervor, no luchando, como muchos
han hecho, para ver quién será el mayor y cómo obtener los mayores
sueldos, sino para ganar almas, lo cual significa ser parte de la firma,
socios de Cristo Traten todos de hacer lo mejor.
Se me presentó el asunto que estaba tratando de explicar a los
hermanos. Hay demasiada responsabilidad concentrada en unos po-
cos hombres en Battle Creek y esos hombres necesitan el poder
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transformador del Espíritu Santo, de otra manera conducirán por fal-
sos senderos a la herencia de Dios. Las asociaciones están vigilando
todo movimiento hecho en el centro de la obra. Las diferentes aso-
ciaciones han sido inducidas a volver sus ojos hacia los dirigentes de
Battle Creek, creyendo que no puede tomarse ninguna determinación
importante sin su aprobación. Esta tendencia se ha ido fortaleciendo
hasta convertirse en un serio obstáculo para el avance de la obra.
Este arreglo nunca debió haber existido. El Señor quiere tener a su
pueblo bajo su jurisdicción. Sus hijos deben volver sus ojos a él,
inquiriendo de él con fe, y continuando en el conocimiento de la
obra de su providencia.
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Cuando se escribió este articulo, las asociaciones de Norteamérica correspondian
con los diferentes estados de ese país.
Nota de la Redacción
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