Página 28 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
se regocija mi corazón—escribió—por aquellos que sirven al Señor
con toda humildad, que aman y temen a Dios! Poseen un poder
mucho más valioso que el conocimiento y la elocuencia” (pág. 161).
Por aquí y por allá, cuando se espigan los artículos que aparecen
en esta obra, vemos que ella dice que “algunos” se han desviado,
que “algunos” no han respondido a los mensajes que Dios les había
enviado.
Los consejos que amonestan contra el ejercicio del “poder real”
y la autoridad, los consejos que se refieren a que el hombre no debe
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buscar en sus semejantes dirección y orientación para cada detalle de
la obra, están cuidadosamente equilibrados con consejos referentes
a la independencia de espíritu y acción, tal como aparecen en las
páginas 314 a 316. Se afirma que los presidentes de campos locales
debieran recibir el apoyo y la confianza de sus colaboradores. Lo
encontramos en las páginas 327 y 328.
Este es el marco histórico de la década iniciada en 1890 y el
motivo de los mensajes que encontramos en
Testimonios para los
Ministros
. Esta es la descripción de las condiciones que empeoraban
de mes en mes y de año en año, a medida que la Iglesia Adventista
avanzaba en la realización de un programa cada vez más amplio de
evangelización, de desarrollo de instituciones y de avance misionero,
al acercarse el fin del siglo pasado.
El congreso de 1901
Elena G. de White, que acababa de llegar a los Estados Unidos
después de pasar nueve años en Australia, recibió la invitación de
asistir al congreso de la Asociación General celebrado en 1901 en
Battle Creek. Era el primer congreso a que asistía después de diez
años. El presidente de la Asociación General, pastor G. A. Irwin,
pronunció su alocución inaugural. A continuación Elena G. de White
pasó al frente, manifestando su deseo de hablar. Se dirigió con fervor
a la congregación, señalando la forma en que la obra de Dios había
sido limitada en su desarrollo, debido a que unos pocos hombres de
Battle Creek estaban asumiendo responsabilidades que sobrepasaban
sus posibilidades de atención. Afirmó que esos hombres y la causa
resultaban perjudicados cuando trataban de animar a los demás
a que los buscaran para conseguir orientación y consejo en cada