Página 280 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
Si humilláis sinceramente vuestros corazones delante de él, vaciáis
vuestras almas de la estima propia, elimináis los defectos naturales
de vuestro carácter, vencéis vuestro propio amor a la supremacía y
vais a Dios como niños, él os concederá su Espíritu Santo. Cuando
dos o tres se ponen de acuerdo con respecto a un asunto, y lo piden
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al Señor, en el nombre de Jesús, les será hecho.
Cuando se considere conveniente invertir medios en edificios
escolares, sanatorios u hogares para los pobres en algún país, para
establecer la obra allí, el Señor quiere que los que vivan en esa locali-
dad anden humildemente delante de él, y muestren que comprenden
su dependencia personal de Cristo, y creen que está dispuesto a
ayudarlos a hacer con inteligencia planes, proyectos y arreglos en
favor de su obra. El está tan dispuesto a dar sabiduría a los que
sienten el valor de la gracia divina, como a dar sabiduría a alguna
otra mente para que luego, a gran costo, os comunique lo mismo.
¿Dónde está vuestra fe? ¿Se volverán los hombres del Dios de la
sabiduría para buscar sabiduría en hombres finitos, mandándolos
buscar desde muy lejos para que vengan a ayudarlos a salir de sus
perplejidades? ¿Cómo considera esto el Señor?
Cada uno puede albergar la idea de que cree en Dios. Vosotros
trabajáis en una parte de su gran viña y él os ha dicho que si algún
hombre carece de sabiduría ha de pedirla de Dios, quien da a todos
abundantemente y sin reproche. Este mundo es sólo un átomo peque-
ño en el vasto dominio sobre el cual Dios preside, y sin embargo este
pequeño mundo caído es más precioso a su vista que los noventa y
nueve que no se extraviaron del redil Si nosotros queremos hacer
de él nuestra confianza, no nos dejará a la merced de las tentacio-
nes de Satanás. Dios quiere que toda alma por la cual Cristo murió
llegue a ser una parte de la vid, esté conectada con la cepa y reciba
su alimento de ella. Dependemos de Dios en todo, y eso debiera
mantenernos muy humildes; y debido a que dependemos tanto de él,
debiéramos aumentar grandemente nuestro conocimiento de Dios.
Dios quiere que alejemos de nosotros toda especie de egoísmo y
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vayamos a él no como dueños de nosotros mismos, sino como la
posesión adquirida del Señor.