Página 281 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Administradores de asociaciones
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Un administrador de éxito
Daniel buscaba a Dios tres veces al día en ferviente oración
procurando sabiduría, fuerza y valor para representar dignamente al
único verdadero Dios en la impía Babilonia. A menudo os sentiréis
perplejos y sin saber qué hacer; pero no toméis papel y pluma para
escribir acerca de vuestras perplejidades a Battle Creek. Puede haber
desacuerdo sobre ciertos puntos, pero vuestro Consejero está cerca.
Arrodillaos ante él y decidle todo lo que necesitáis. ¿Pueden los
hombres de Battle Creek daros luz? Ellos no comprenden vuestras
necesidades. Porque no están sobre el terreno, pueden decir “No”
a algunas cosas, cuando si hubierais preguntado a Dios, él habría
contestado: “Avanzad que yo estaré con vosotros y os daré gracia”.
Durante muchos años se ha dado a nuestro pueblo una educación
que coloca a Dios en segundo lugar y al hombre en primer término.
Se le ha enseñado que todos los asuntos deben presentarse ante el
concilio constituido por unos pocos hombres en Battle Creek. El
Señor os ha dado oportunidad de ver la debilidad de los hombres
finitos. ¿No hay en los diferentes estados en Norteamérica hombres
que andan rectamente a la vista de Dios?
¿No están registrados en los libros del cielo los nombres de
los que aman y sirven a Dios? ¿No pueden ellos planear? ¿Se les
ha concedido a los que están en Battle Creek un raciocinio y una
sabiduría superiores que Dios no dará a los que están en las iglesias
y en las asociaciones? “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y
le será dada”.
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Las iglesias comprenderían cien veces mejor la forma en que
actúa el Espíritu Santo si los pastores educaran a todos para que
recordaran que tienen un Dios que está cerca y no lejos, y que
lo pueden honrar pidiéndole ayuda y sabiduría en el mismo lugar
donde están. Tendrían entonces una capacidad que fortalecería a la
Asociación General.
Hay talentos en todos los lugares, pero no siempre se los recono-
ce. Estos talentos deben ser descubiertos y puestos a trabajar. Bajo
la operación del Espíritu de Dios, el talento crecerá al ser utiliza-
do. Pero Dios resulta grandemente deshonrado cuando se coloca a