Página 283 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Administradores de asociaciones
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es sabiduría andar a la luz de las teas que ellos mismos encendieron,
esto echará a perder la iglesia. Tales hombres no están calificados
para ser pastores o presidentes de asociaciones; no han tomado
consejo de la Fuente de toda sabiduría.
El que sea ubicado en el puesto de presidente de una asociación,
debe aprender que el corazón humano es díscolo, y que necesita ser
guardado estrictamente por un espíritu vigilante y por la oración. Al
buscar al Señor en forma concienzuda y constante, será enseñado
por Dios de modo que se convierta en un hombre representativo, y
pueda confiarse en él como Dios confió en Abrahán. Necesita toda la
armadura de Dios porque tiene que pelear la buena batalla de la fe y
permanecer firme, habiendo hecho todo lo que el Espíritu de Dios le
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ha enseñado a hacer. Sus enemigos pueden ser los de su propia casa,
su esposa y sus hijos, o pueden ser sus propias tendencias heredadas
y cultivadas, que continuamente tratan de imponerse. El hombre
es humano y defectuoso en carácter, y debe batallar por la victoria.
Para empezar bien, cada uno debe comenzar en su propio corazón.
Ascienda de labios sinceros la oración ferviente. “Crea en mi, oh
Dios, un corazón limpio”, y vendrá la respuesta: “Os daré corazón
nuevo”.
Hay lecciones que necesitan aprender todos los que han de ocu-
par lugares donde serán probados por Dios para que se vea si han
de ser anotados día tras día como fieles mayordomos de los talentos
confiados por Dios. ¿Han demostrado que tienen el temor de Dios
ante ellos, ora sea que traten con superiores, inferiores o iguales?
Necesitan albergar la verdad como un principio permanente para que
pueda santificar el alma. El poder creador y transformador del Espí-
ritu Santo de Dios hará de ellos partícipes con Jesucristo. Unidos en
el yugo con Cristo, pueden ser más que vencedores por medio de él.
El hombre que es plenamente consciente de que está al servicio
de Jesucristo, aspirará a la amistad con Dios. Será humilde bajo la
mano de Dios, para que no sea nada, y Dios lo sea todo. Un hombre
tal es un socio con Cristo, apto para presidir sobre una asociación. Si
revela ser circunspecto, está preparado para cualquier posición, de
acuerdo con su experiencia y calificaciones. Comprendan las iglesias
que ha de ponerse confianza en un hombre tal, y ha de sostenérselo.
Ellas pueden ir a él, y hablar con él. Un nombre tal nunca se sentirá
suficiente para llevar la obra, aun la de una asociación, sin la gracia