Página 284 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
constante que Dios le da. No decidirá hacer la obra y llevar la
responsabilidad solo. Por medio de una administración sabia, tendrá
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el tacto para reconocer el talento en los demás. Usará a aquellos
que tienen ese talento, y los ayudará, mientras ellos lo ayudarán a
compartir sus cargas.
Uníos con los hermanos
Los hombres que sienten que tienen algún servicio que realizar
en favor del Maestro, actúan en forma egoísta cuando desean estar
solos en su obra y se niegan a relacionarse con aquellos que serían
una ayuda para ellos, porque temen que no obtendrán todo el crédito
por hacer la buena obra que se jactan de hacer. Esto ha obstaculizado
grandemente la obra de Dios. Que un hermano se una a otro hermano.
Unid a un Pedro con un Juan. Que cada uno anime a su hermano a
estar a su lado, sirviendo con celo e interés, como socios en la gran
obra. Dos o tres pueden orar juntos, cantar las alabanzas de Dios
juntos, y crecer hasta la plena estatura de colaboradores de Dios.
Debe mantenerse una armonía perfecta. Todos deben servir al Señor
como niños, sintiendo que son sarmientos de la misma vid.
Anden humildemente con Dios los presidentes de asociaciones, y
no tendrán ocasión de escribir al presidente de la Asociación General
para que deje su trabajo y arregle los asuntos menudos de ellos. Hasta
muchos asuntos de importancia pueden ser llevados a Dios, y él dará
consejo en toda asociación. Todos pueden acercarse al Señor. El es
mucho más accesible que el presidente de la Asociación General.
Eduque el presidente de la Asociación General a los presidentes de
las asociaciones a usar de sabiduría en el cuidado de su porción de
la viña donde están situados, sin echar sus cargas sobre él. Inducid a
esos hombres que tienen capacidad y talento a mirar a Dios, para ser
enseñados por él. Enseñadles a ir a la Fuente original para instruir en
justicia. Escudriñad las Escrituras. “Toda Escritura es inspirada por
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Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir
en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra”. ¿Cuál es, pues, vuestra excusa
para no buscar consejo de Aquel que es infinito en sabiduría, para ir
a los hombres finitos, que son tan débiles como vosotros? Hay Uno
que ha sufrido por vosotros, el Justo por los injustos.