Página 301 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

Exhortaciones a la verdad y la lealtad
297
recen de este sentido. Si el amor de Dios no arde en el alma, el amor
a los hombres se enfría. Sus corazones no se conmueven a la vista
del dolor humano. El egoísmo ha dejado su impronta profanadora
sobre la vida y el carácter, y algunos nunca pierden esta imagen e
inscripción.
¿Ha de confiarse la conducción de la causa de Dios a tales
manos? ¿Han de ser las almas por quienes Cristo murió manejadas
por la voluntad de hombres que han rechazado la luz que les fue dada
del cielo? Debiéramos temer las leyes hechas por los hombres, y los
planes y métodos que no están de acuerdo con los principios de la
Palabra de Dios que rigen la relación del hombre con sus semejantes.
“Todos vosotros sois hermanos”.
El actual estado de cosas debe cambiar
El actual estado de cosas debe cambiar, [
veasé el Apéndice.
]
de otra manera la ira de Dios caerá sobre sus instrumentos que no
están actuando según las instrucciones de Cristo. ¿Os ha dado Dios
a alguno de vosotros el encargo de enseñorearos despóticamente de
su herencia? Esta clase de obra se ha estado haciendo por años. Dios
lo ve todo, y esto le desagrada. Cuando los hombres se colocan entre
Dios y sus agentes humanos, deshonran a Dios y perjudican a las
almas que necesitan ánimo, simpatía y amor verdaderos. Me siento
[350]
constreñida a exhortar a nuestros obreros: Cualquiera sea vuestra
posición, no dependáis de los hombres, ni hagáis de la carne vuestro
brazo.
Me siento impulsada por el Espíritu de Dios a deciros a vosotros,
los que estáis relacionados con la obra del Señor: Nunca olvidéis
que dependeis completamente de Dios; y si pasáis una hora o un
momento sin depender de su gracia, sin conservar el corazón abierto
para recibir la sabiduría que no es de la tierra, estando seguros de
que sin Cristo no podéis hacer nada, os veréis incapacitados para
distinguir entre el fuego común y el fuego sagrado. Palabras de un
carácter completamente prohibido saldrán de vuestros labios para
destruir la esperanza, el valor y la fe. Así está escrito en los libros
del cielo: Tus palabras no han sido inspiradas por Dios, sino por el
enemigo que hirió a Cristo en la persona de su posesión adquirida.
Almas de un valor infinito fueron tratadas en forma indiferente y