Página 307 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Exhortaciones a la verdad y la lealtad
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causa mejor conocida por Dios, de distinguir entre el fuego sagrado
encendido por Dios y el fuego extraño que ellos ofrecen. Ese fuego
extraño es tan deshonroso para Dios como el que presentaron Nadab
y Abiú. El fuego sagrado del amor de Dios hará que los hombres
sean tiernos, bondadosos y llenos de simpatía hacia los que están en
el peligro. Los que no reprimen sus palabras hirientes y altaneras
están, en realidad, diciendo: Yo soy más santo que tú. ¿No ves mi
posición exaltada?
Pero la posición no hace al hombre. Es la integridad del carác-
ter, el espíritu de Cristo, lo que lo hace agradecido, abnegado, sin
parcialidad y sin hipocresía: es esto lo que tiene valor para Dios. A
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aquellos cuya vida está escondida con Cristo en Dios, el Señor les
dice: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida;
delante de mí están siempre tus muros”.
Para todos los que ocupan puestos de responsabilidad tengo un
mensaje dado por boca del Señor: El capítulo 55 de Isaías. Estudiad
este capítulo, y que ningún ser humano considere, porque en su ramo
de trabajo están implicadas mayores responsabilidades, que está por
encima de sus colaboradores en la causa. Si, a semejanza de Daniel,
trata de obtener el poder que procede únicamente de Dios a fin de
que pueda revelar, no a sí mismo, ni sus imperfecciones y sus actos
egoístas y fraudulentos, sino la verdad en justicia, no tendrá el menor
vestigio de orgullo o importancia propia, sino que estará imbuido
del espíritu de sabiduría de Dios.
El fuego sagrado y el extraño
Manifestará el carácter sagrado de la obra, magnificará la ver-
dad, y siempre presentará delante de los hombres y de los ángeles
el perfume santo del carácter de Cristo. Este es el fuego sagrado
encendido por Dios. Cualquier cosa fuera de esto es fuego extraño,
que Dios aborrece, y tanto más ofensivo cuanto mayores sean las
responsabilidades inherentes al cargo que ocupa.
Tengo un mensaje de Dios para los pecadores en Sion, aquellos
a los cuales Cristo dirigió las palabras: “Sé vigilante, y afirma las
otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras
perfectas delante de Dios”. Necesitáis ofrecer siempre el fuego
sagrado; entonces las obras de Cristo, su amor, su misericordia, su