Página 310 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
que esas propuestas se lleven a cabo aunque no estén de acuerdo con
la voluntad de Dios, y tergiversen su carácter.
El Dios grande, santo y misericordioso nunca estará de acuerdo
con procedimientos deshonestos; ni un solo vestigio de injusticia
será defendido por él. Los hombres se han aprovechado de los que
suponían que estaban bajo su jurisdicción. Estaban decididos a que
esas personas se sometieran a sus condiciones; querían gobernar a
toda costa. No habrá cambio concreto hasta que no se haga algo
definido para producir un orden de cosas diferente.
No se adopte ningún plan en ninguna de nuestras instituciones
que someta la mente o el talento al control del juicio humano, porque
esto no está de acuerdo con el plan de Dios. El Señor ha dado a
los hombres talentos de influencia que le pertenecen a él solo, y
no puede inferirse un deshonor más grande a Dios que el que los
seres finitos coloquen los talentos de otros hombres bajo su absoluto
control, aun cuando los beneficios que se obtengan sean usados para
el avance de la causa. En tales casos la mente de un hombre gobierna
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la mente de otro hombre, y el instrumento humano es separado de
Dios y expuesto a la tentación. Los métodos de Satanás tienden a un
solo fin: a hacer que los hombres sean esclavos de los hombres. Y
cuando esto se logra, el resultado es confusión y desconfianza, celos
y malas sospechas. Semejante procedimiento destruye la fe en Dios
y en los principios que deben imperar para eliminar el engaño y toda
especie de egoísmo e hipocresía.
El poder despótico
El poder despótico que se ha desarrollado, como si el cargo hu-
biera convertido a los hombres en dioses, me hace temer, y debe
producir temor. Es una maldición dondequiera se lo ejerza y quien-
quiera lo ponga en práctica. Este enseñoreamiento de la heredad
de Dios creará un resentimiento tan grande hacia la conducción
humana que producirá un estado de insubordinación. La gente está
descubriendo que a los hombres que ocupan altos cargos de res-
ponsabilidad no puede confiárseles la tarea de modelar las mentes
y los caracteres de otros hombres. El resultado será que perderán
la confianza aun en la conducción de hombres fieles. Pero el Señor