Página 324 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

320
Testimonios para los Ministros
Estudiad la cruz
La cruz del Calvario significa todo para las almas que perecen.
Por medio del sufrimiento y la muerte del Hijo del Hombre, se
[378]
ha hecho posible la salvación del hombre. Por la intervención del
Espíritu Santo, Dios se propone que su imagen sea restaurada en la
humanidad y un nuevo y viviente principio de vida sea introducido
en las mentes contaminadas con el pecado. El amor de Dios es
plenamente capaz de restaurar, reconstruir, animar y fortalecer a
toda alma creyente que acepte la verdad como es en Jesús. Pero a
fin de que esto pueda realizarse, los hombres deben uncirse en el
yugo con Cristo. La cruz de Cristo debe ser estudiada. Debe ocupar
la atención y fortalecer los afectos. La sangre que allí fue derramada
por los pecados purificará y limpiará la mente y el corazón de toda
especie de egoísmo.
Santificados en la verdad
Dios es el autor de toda verdad; la verdad practicada prepara
el camino para recibir una verdad más elevada. Cuando los siervos
designados por Dios proclaman una verdad nueva, el Espíritu Santo
actúa en la mente que ha sido preparada para andar en la luz des-
pertando sus facultades de percepción para discernir la belleza y la
majestad de la verdad.
Pero la verdad no es verdad para el que no revela, por su elevado
carácter espiritual, un poder que está más allá de lo que el mundo
puede dar, una influencia que corresponda, en su carácter sagrado
y peculiar, a la verdad misma. El que es santificado por la verdad,
ejercerá una influencia salvadora y vital sobre todos los que se
relacionan con él. Esta es la religión de la Biblia.
Los hombres, salvados tan sólo por el sacrificio expiatorio de
Cristo Jesús, no tienen derecho a tratar de exaltarse a sí mismos
por encima de sus semejantes. Siéntense ellos a los pies de Jesús,
y aprendan de él, esforzándose para no brillar ellos mismos. Si el
amor de Jesucristo mora en ellos, brillarán sin que se den cuenta,
difundiendo la luz de la gloria de Cristo por el mundo. “Y yo, si
fuere levantado de la tierra—dijo Cristo—, a todos atraeré a mí
[379]
mismo”. Si un ministro hace de Cristo su esperanza, su confianza y