Página 327 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Exhortaciones a la verdad y la lealtad
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“Pedid, y se os dará”
Esta promesa del Señor es para nosotros: “Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué
padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si
pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide
un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Las promesas de Dios son plenas y abundantes, y no hay nece-
sidad de depender de la humanidad para recibir fuerza. Dios está
cerca de todos los que le piden que los socorra. Y él es grandemen-
te deshonrado cuando, después de invitarnos a poner en él nuestra
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confianza, nos apartamos de él—el Unico que no nos interpretará
mal, el Unico que puede darnos consejo infalible—, para dirigirnos a
hombres que en su debilidad humana están propensos a desviarnos.
“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su
boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí,
y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que
les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo
la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso;
porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la
inteligencia de sus entendidos. ¡Ay de los que se esconden de Jehová,
encubriendo el consejo! Y sus obras están en tinieblas, y dicen:
¿Quién nos ve, y quién nos conoce?”
El Señor nos ha mostrado su camino; ¿andaremos en él? ¿o
andaremos, como seres finitos y falibles que somos, en nuestro
propio consejo, y practicaremos los principios contra los cuales él
nos ha amonestado?
Amonestación oportuna
“Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de
ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero,
eternamente y para siempre. Porque este pueblo es rebelde, hijos
mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová; que dicen a
los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto,
decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras; dejad el camino,