Página 331 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Exhortaciones a la verdad y la lealtad
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que hemos de decir. Dios nos enseñará en el día de nuestra necesidad.
Ahora, que el Señor nos ayude a ir a los pies de Jesús y aprender
de él, antes que tratemos de hacernos maestros de los otros.—
The
Review and Herald, 18 de febrero de 1890
.
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Cuán precioso es Cristo para sus seguidores
Cooranbong, Australia,
4 de mayo de 1896
Me sentí triste cuando leí su carta y me di cuenta de que estaba
tan deprimido. Lea
Efesios 2:4-22
. Se me ha dado este pasaje para
usted. Léalo cuidadosamente, como nunca antes lo ha leído. Está
lleno de instrucción. El que Cristo more en nuestros corazones por
la fe significa contemplar a Cristo, considerar siempre a nuestro
querido Salvador como nuestro mejor y más honrado amigo, de
manera que no lo ofendamos en ninguno de nuestros actos. Tenemos
siempre esta promesa para consolarnos y ayudarnos: “Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios”.
Recuerde que nunca llegará el tiempo cuando la sombra infernal
de Satanás dejará de ser arrojada sobre nuestro sendero para obstruir
nuestra fe y eclipsar la luz que emana de la presencia de Jesús, el
Sol de justicia. Nuestra fe no debe vacilar, sino abrirse paso a través
de esa sombra. Tenemos una experiencia que no ha de ser sepultada
en las tinieblas de la duda. Nuestra fe no descansa en el sentimiento,
sino en la verdad. El apóstol inspirado dice que somos edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo
mismo la principal piedra del ángulo. Se compara la iglesia de Cristo
con una estructura edificada para “morada de Dios en el Espíritu”. Si
estamos “arraigados y cimentados en amor”, podremos “comprender
con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad
y la altura” y “conocer el amor de Cristo, que excede a todo cono-
cimiento”. ¡Oh, qué preciosas posibilidades; qué ánimo nos dan!
En el corazón humano purificado de toda impureza moral reside el
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precioso Salvador, ennobleciendo y santificando la naturaleza entera,
y convirtiendo al hombre en un templo del Espíritu Santo.