Página 330 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
No el hombre sino el señor
Cada uno debe tener hambre y sed de justicia por sí mismo.
El apoyarse en los hombres y confiar en su sabiduría es peligroso
para la vida espiritual de cualquier cristiano. Aquellos en los cuales
ponemos nuestra confianza pueden ser honrados y leales, pueden
servir al Señor con toda diligencia. Pero si, individualmente, tratamos
de andar en las pisadas de Cristo, podemos seguirlo a él así como
las personas a quienes admiramos por sus vidas consecuentes y
humildes.
Ocurre a menudo que aquellos a quienes se mira con respeto no
son lo que se espera que sean. A menudo el pecado acecha en el
corazón, y hábitos erróneos y prácticas engañosas están entretejidos
en el carácter. ¿Cómo considera esto nuestro Padre celestial? Su
consejo es siempre digno de confianza y él ha puesto en evidencia
su gran amor por la raza humana, y mira con tristeza cuando sus
hijos son animados a apartarse de él y a depender de hombres finitos,
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a quienes no conocen, y cuyo juicio y experiencia pueden no ser
dignos de confianza. Pero esto se ha hecho, y Dios ha sido puesto
en un lugar secundario.
En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ruego al pueblo de Dios
que dependa del Señor para su fortaleza. Cuidad de no poner a los
hombres donde debiera estar Dios; no estamos seguros al tomar a los
hombres como nuestra autoridad o nuestra guía, porque seguramente
nos chasquearán. Hemos de ocuparnos individualmente en nuestra
salvación con temor y temblor, “porque Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Tene-
mos una elevada vocación en Cristo Jesús; estamos desarrollando
una obra vasta y santa, y Dios pide que cada uno levante su estan-
darte a la vista de este mundo y del universo del cielo, por el poder
del Señor Jehová, en el cual hay “fortaleza eterna”
Hemos de ser uno con Cristo así como él es uno con el Padre, y el
Padre nos amará como ama a su Hijo. Podemos tener la misma ayuda
que Cristo tuvo, podemos tener fuerza para toda emergencia, pues
Dios será nuestra vanguardia y nuestra retaguardia. El nos protegerá
por todos lados, y cuando seamos llevados ante los gobernantes, ante
las autoridades de la tierra, no necesitaremos meditar de antemano lo
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Estudio adicional:
La Historia de Profetas y Reyes, 87-141
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