Página 333 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Exhortaciones a la verdad y la lealtad
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nosotros. Aquí de nuevo se manifiesta una influencia viva y personal
que mora en nuestros corazones por la fe.
La presencia permanente de Jesús
Cuando sus palabras de instrucción han sido recibidas y han
tomado posesión de nosotros, Jesús es para nosotros una presencia
permanente que gobierna nuestros pensamientos, ideas y acciones.
Somos imbuidos de la instrucción del mayor Maestro que el mundo
conoció jamás. Un sentido de responsabilidad humana y de influen-
cia humana da carácter a nuestros puntos de vista con respecto a la
vida y a los deberes diarios. Cristo Jesús lo es todo para nosotros: el
primero, el último, el mejor en todas las cosas. Jesucristo, su espíritu,
su carácter, da color a todas las cosas; es la trama y la urdimbre,
la misma textura de nuestro ser entero. Las palabras de Cristo son
espíritu y son vida. No podemos, pues, concentrar nuestros pensa-
mientos en el yo; no somos ya nosotros los que vivimos, sino que
Cristo vive en nosotros, y él es la esperanza de gloria. El yo está
muerto y Cristo es un Salvador vivo. Al continuar mirando a Jesús
reflejamos su imagen hacia todos los que nos rodean. No podemos
detenernos a considerar nuestros desalientos, o aun a hablar de ellos,
pues un cuadro más agradable atrae nuestra vista: el precioso amor
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de Jesús. El vive en nosotros por la palabra de verdad.
El agua de vida
¿Qué le dijo Jesús a la mujer samaritana junto al pozo de Jacob?
“Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de
beber; tú le pedirias, y él te daría agua viva”. “Cualquiera que bebiere
de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. El agua a la
cual Cristo se refirió era la revelación de su gracia en su Palabra;
su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma.
Toda otra fuente a la cual recurramos resultará insatisfactoria. Pero
la Palabra de verdad es como frescas corrientes, simbolizadas por
las aguas del Líbano, que siempre satisfacen. En Cristo hay plenitud
de gozo para siempre. Los deseos, placeres y atractivos del mundo