Página 336 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
y haya tal abandono del espíritu y los procedimientos de la verdad.
El deseo de obtener sueldos elevados, que lleva a la determinación
de privar a otros de los derechos que Dios les concedió, tiene su
origen en la mente de Satanás; y al obedecer la voluntad de él y al
seguir sus métodos, los hombres se colocan bajo su bandera. Poco
puede confiarse en aquellos que han sido atrapados en esta trampa,
a menos que se conviertan cabalmente y sean renovados, porque
han sido leudados por principios erróneos cuyo efecto deletéreo no
pudieron percibir.
¡Oh, si los que están en los diversos campos, en Norteamérica y
en todas partes del mundo, trabajaran de acuerdo con la regla bíblica
y lucharan para desarraigar el egoísmo, qué obra podría realizarse
para la iglesia! Pero los pecados que han sido señalados una y otra
vez yacen a la puerta de muchos, pecados que el Señor no considera
de un carácter leve. Si los hombres tan sólo abandonaran su actitud
de resistencia al Espíritu Santo—actitud que durante mucho tiempo
ha estado leudando su experiencia religiosa—, el Espíritu de Dios
se dirigiría a sus corazones. Los convencería de pecado. ¡Qué obra!
Pero el Espíritu Santo ha sido insultado, y la luz ha sido rechazada.
¿Es posible que los que durante años han sido tan ciegos lleguen a
ver? ¿Es posible que en esta última etapa de su resistencia sus ojos
sean ungidos? ¿Habrán de distinguir la voz del Espíritu de Dios de
la voz engañadora del enemigo?
Hay hombres que pronto dejarán ver bajo qué estandarte se en-
cuentran: la bandera del Príncipe de la vida, o la bandera del príncipe
de las tinieblas. Si solamente pudieran ver estos asuntos tal como se
me presentan, si pudieran ver que, en lo que concierne a sus almas,
son como hombres que están al borde del precipicio, listos para caer
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en las profundidades, no creo que permanecerían temblando al borde
un instante más, si apreciaran en algo su salvación.
No es la voluntad de Dios que persona alguna perezca, sino
que todos tengan vida eterna. ¡Oh, si pudiera yo tener la seguridad
de que en el próximo congreso mis hermanos van a comprender
lo que significan los principios puros tanto para ellos como para
los que se relacionan con ellos, mi corazón saltaría de gozo! Si
los que han errado tan lejos de Dios y de la verdadera justicia
revelaran que el Espíritu Santo ha estado luchando con ellos, que
reconocen su culpabilidad al apartarse de la Palabra de Dios y al