Página 341 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

A los obreros de Dios
337
Dios pide acción
El Señor pide acción unificada. Deben realizarse esfuerzos bien
organizados para conseguir obreros. Hay almas pobres, honradas,
humildes, a las cuales el Señor pondrá en vuestro lugar, que nunca
han tenido las oportunidades que vosotros habéis tenido, y que
no pudieron tenerlas porque vosotros no fuisteis manejados por el
Espíritu Santo. Podemos estar seguros de que cuando el Espíritu
Santo sea derramado, los que no recibieron y apreciaron la lluvia
temprana no verán ni entenderán el valor de la lluvia tardía. Cuando
estamos realmente consagrados a Dios, su amor permanecerá en
nuestros corazones por la fe, y con gozo cumpliremos con nuestro
deber de acuerdo con la voluntad de Dios.
Pero me alarma el escaso interés que se ha manifestado en la
obra de Dios por parte de nuestras iglesias. Yo rogaría a todos los
que tienen medios que recuerden que Dios se los ha confiado para
que los usen en el progreso de la obra que Cristo vino a realizar
en nuestro mundo. El Señor le dice a cada uno que a la vista de
Dios el hombre no es el poseedor de lo que tiene, sino solamente un
apoderado. No es vuestro, sino mío, dice el Señor. Dios os llamará
a cuenta por vuestra mayordomía. Ora sea que tengáis un talento,
o dos, o cinco, ni un centavo ha de ser malgastado en vuestras
propias complacencias egoístas. Vuestra obligación de rendir cuenta
[400]
al cielo debiera haceros temer y temblar. Las decisiones del último
día dependen de nuestra dadivosidad práctica. Cristo reconoce todo
acto de beneficencia como hecho a él mismo.
Celo por Cristo
Todos los que se nombran del nombre de Cristo deben trabajar
por él con el corazón, la mente, el alma y las fuerzas; y
trabajarán
si creen en el gran Evangelio de la verdad. La sinceridad de su
celo por Cristo testificará de la medida de su fe. El yo se sumirá en
Cristo si realmente están unidos con él. “Ya no vivo yo—dijo el gran
apóstol—, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mi”.
La luz dada reiteradamente por el Espíritu de Dios es: No forméis
colonias. [
veasé el Apéndice.
] Entrad en las grandes ciudades, y