Página 342 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
cread interés entre los encumbrados y los humildes. Ocupaos en
predicar el Evangelio a los pobres, pero no os detengáis allí. Tratad
de alcanzar también a las clases más elevadas. Estudiad vuestra
ubicación con vistas a permitir que vuestra luz brille hacia los demás.
Esta obra debía haberse hecho hace tiempo. No hagáis del asunto
del día de reposo vuestra primera especialidad. Debéis alcanzar a
la gente con temas prácticos en los cuales todos puedan estar de
acuerdo...
El pueblo de Dios tiene una obra que hacer que no se está hacien-
do. El último mensaje de misericordia debe ser dado a un mundo
que perece en sus pecados. Los que están relacionados con nuestras
instituciones tienen todas las facilidades y oportunidades para traba-
jar por los pobres pecadores que están sin Cristo; pero están mudos.
Si nuestras iglesias tan sólo practicaran la verdad y mostraran que
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creen que Cristo vino a nuestro mundo a salvar a los pecadores, el
poder de Dios acompañaría sus labores. Pero deben mantenerse en
contacto con la Fuente de toda luz y eficiencia, y en contacto con
el mundo, no para absorber el espíritu del mundo, sino que puedan
hacer la obra que Dios les ha señalado que hicieran...
Asambleas ministeriales
“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”,
es la orden de Cristo a sus obreros.
Pero esta sencilla declaración ha sido desatendida. Aun cuando
la luz ha sido dada una y otra vez, los hombres son llamados de los
campos, donde debían haber continuado trabajando con el amor y el
temor de Dios, tratando de salvar a los perdidos, para pasar semanas
asistiendo a asambleas ministeriales. Hubo un tiempo cuando esta
obra era necesaria, porque nuestro propio pueblo se oponía a la obra
de Dios rechazando la luz de la verdad acerca de la justicia de Cristo
por la fe. Esto debían ellos haberlo recibido y haberlo hecho resonar
con el corazón, la voz y la pluma, porque es su única eficiencia.
Debían haber trabajado bajo los dictados del Espíritu Santo para dar
la luz a los demás.
Al dedicarse un año tras otro a asambleas ministeriales, [
veasé
el Apéndice.
] se han descuidado campos que están blancos para la
siega. Aun los obreros han sido debilitados en lugar de ser fortaleci-