Página 365 - Testimonios para los Ministros (1979)

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cielo. Está ante los demás como es a la vista de un Dios santo. Piense
cada uno de nosotros seriamente si las obras que nos siguen serán
la suave luz del cielo o las sombras de las tinieblas, y si los legados
que dejamos son bendiciones o maldiciones.
Toda hora que pasa está modelando nuestra vida futura. Los
momentos pasados en la negligencia y en agradar al yo, como si
no tuvieran ningún valor, están decidiendo nuestro destino eterno.
Las palabras que pronunciamos hoy seguirán resonando cuando el
tiempo no será más. Los hechos realizados hoy son transferidos a los
libros del cielo, así como los rasgos son transferidos por el artista a
la pulida placa. Ellos determinarán nuestro destino para la eternidad,
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para bendición o para pérdida eterna y agonizante remordimiento.
El carácter no puede ser cambiado cuando Cristo venga ni en el
momento en que el hombre está a punto de morir. La edificación del
carácter debe realizarse en esta vida. Tememos que el arrepentimien-
to vendrá demasiado tarde para el alma corrompida que complace
el yo. Unas pocas resoluciones, unas pocas lágrimas, nunca con-
trarrestarán una vida pasada culpable ni borrarán de los libros del
cielo las transgresiones, los pecados voluntarios y conscientes de los
que han tenido la luz de la verdad y pueden explicar las Escrituras a
otros, mientras beben el pecado y la iniquidad como aguas hurtadas.
Es como si estuvieran escritos con plomo, grabados con cincel de
hierro, esculpidos en piedra para siempre.
Necesidad de alarma
Quisiera alarmar a mis hermanos si pudiera. Quisiera apremiar-
los con la pluma y la voz, con este ruego: Vivid en el Señor, caminad
con Dios si queréis morir en el Señor y entrar pronto donde el Señor
permanece para siempre. No seáis rebeldes a las amonestaciones
celestiales; recibid las amonestaciones, los ruegos, las advertencias,
los reproches y las amenazas de Dios que han sido descuidados y
permitid que corrijan vuestro corazón apóstata y pecaminoso. Per-
mitid que la gracia transformadora de Cristo os haga puros, fieles,
santos y hermosos como el lirio inmaculado que abre su capullo
sobre el seno del lago. Transferid vuestro amor y vuestros afectos
a Aquel que murió por vosotros en la cruz del Calvario. Educad