Página 371 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Elevad la norma
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¿Por qué será condenado?
Dios no condenará a nadie en el juicio porque honradamente
haya creído una mentira, o concienzudamente haya albergado el
error; sino porque descuidó las oportunidades de familiarizarse con
la verdad. El incrédulo será condenado, no porque fue incrédulo,
sino porque no aprovechó los medios que Dios puso a su alcance
para que pudiese llegar a ser cristiano.
Esto es lo que se verá en el juicio. Dios ha lanzado claras repren-
siones contra los hombres y mujeres que han pecado al corromper
sus cuerpos y al mancillar sus almas con la lascivia. Conocen las ad-
vertencias dirigidas a otros que, en circunstancias similares, fueron
vencidos por la tentación, y saben que el desagrado de Dios cayó
sobre ellos. Tienen el ejemplo de José y Daniel, que temían a Dios.
José, cuando fue tentado, miró al cielo y se dio cuenta de que el ojo
de Dios estaba sobre él, y exclamó: “¿Cómo, pues, haría yo este
grande mal, y pecaría contra Dios?” También mencionó el deber
hacia su Señor, que confiaba en él tan plenamente, como una razón
para no pecar.
Dios ha iluminado el sendero de todos. Las palabras de repren-
sión, advertencia y cautela han sido dadas para los que se hallan en
circunstancias similares, y Dios ha expresado que condena el pecado
en todas sus formas. Se reprende y condena claramente el pecado de
lascivia. Los hombres y mujeres serán juzgados de acuerdo con la
luz que les fue dada por Dios. Las lecciones descuidadas se convier-
ten en terribles juicios. Si son desatendidas, las amonestaciones de
Dios, de las cuales se apartan los hombres para seguir una conducta
de su propia elección, no proporcionarán ninguna lección ni instruc-
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ción práctica. Estas amonestaciones los condenarán en el juicio. La
única seguridad consiste en aceptar para uno mismo toda lección
que reciban los demás. Su responsabilidad comienza cuando recibe
el mensaje.
Mostrad el poder de Dios
Dios requiere que los que pretenden ser sus emisarios para pre-
sentar la verdad al mundo, manifiesten en todos los lugares, tanto
encumbrados como humildes, en la vida pública y en la intimidad de
la vida privada, que están en relación con Dios, que el cristianismo