Página 372 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
los ha ennoblecido y que son más santos y más felices que los que
no manifiestan lealtad a los mandamientos de Dios. El Señor exige
que cada uno de sus seguidores revele el carácter de Cristo al mundo
en su vida, y que dé testimonio por precepto y ejemplo de que Cristo
no sufrió y murió en vano, y de que la imagen de Dios puede ser
restaurada en ellos por medio de su gracia redentora.
Se representa a Dios como pesando las palabras, los hechos, los
motivos, y todo lo que determina el carácter de todos los hombres.
“El Dios de todo saber es Jehová, y a él toca el pesar las acciones”.
“Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos
de varón; pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos
que nada”. “Tú, que eres recto, pesas el camino del justo”. “Todos
los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero
Jehová pesa los espíritus”. Lecciones importantes se nos sugieren
en estos versículos. No hay un solo pensamiento o motivo en el
corazón con el cual Dios no esté familiarizado. El ve todas las cosas
tan claramente como si estuvieran visibles, registradas en caracteres
vivos, y él pesa los motivos y las acciones individuales.
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Dios debe poseer todo el corazón
Comprendan nuestros ministros y obreros que no necesitan reci-
bir mayor luz proveniente del púlpito, sino vivir de acuerdo con la
luz que ya poseen. De nada servirá predicar hoy la solemne verdad
al pueblo si se cae mañana en el más abominable proceder o se
sigue una conducta torcida la semana próxima. El que escudriña los
corazones, el que pesa el carácter, denunciará toda acción injusta en
su gran tribunal. “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido... y
todos mis caminos te son conocidos”. “Has entendido desde lejos
mis pensamientos”. Ahora considerad esto. Hay un testigo de todas
vuestras acciones más secretas, de las que nunca cometeríais en
presencia de los hombres; pero porque Dios es invisible a los ojos
humanos, hacéis delante de él cosas que le son abominables, como si
él no lo supiera. Leed ahora los requerimientos de Dios con respecto
a todo hombre y toda mujer: “Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda
tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. No disminuirá en lo
más mínimo su requisito; no aceptará un culto a medias mientras