Página 378 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
“Escapa por tu vida”
El mismo ángel que visitó a Sodoma está dando la amonestación:
“Escapa por tu vida”. Las copas de la ira de Dios no pueden ser
derramadas ni destruidos los impíos y sus obras hasta que todo el
pueblo de Dios haya sido juzgado, y los casos de los vivos así como
los de los muertos estén decididos. Y aun después que los santos
hayan sido sellados con el sello del Dios vivo, sus elegidos pasarán
individualmente por pruebas. Vendrán aflicciones personales; pero
un ojo que no permitirá que el oro sea consumido vigila el horno
estrechamente. La indeleble marca de Dios está sobre ellos. Puede
afirmar que su propio nombre está escrito allí. El Señor los ha
sellado. Su destino está escrito: “DIOS, NUEVA JERUSALEN”.
Son propiedad del Señor, su posesión.
¿Será puesto este sello sobre los que tienen mentes impuras,
sobre el fornicario, el adúltero, el hombre que codicia la mujer de
su prójimo? Que vuestras almas contesten la pregunta: ¿Cumple mi
carácter los requisitos esenciales para que pueda recibir un pasaporte
que me permita ir a las mansiones que Cristo ha ido a preparar para
los que sean aptos? La santidad debe estar incorporada a nuestro
carácter.
Dios me ha mostrado que mientras se estén cumpliendo en torno
de nosotros las señales de los tiempos, mientras oigamos, por así
decirlo, el paso de las huestes del cielo que cumplen su misión, habrá
hombres inteligentes, hombres que ocuparán puestos de responsa-
bilidad, que estarán colocando madera podrida en el edificio de su
carácter, material que arderá en el día de Dios y que decidirá que
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son ineptos para entrar en las mansiones celestiales. Han rehusado
despojarse de los vestidos sucios; se han aferrado a ellos como si
fueran de precioso valor. Perderán el cielo y una dichosa eternidad a
causa de ello.
Os exhorto a vosotros, los que servís en las cosas sagradas, a
ser hombres convertidos antes de salir a desempeñar vuestra parte
en la causa de mi Maestro. Ahora es tiempo de que busquéis una
preparación y una idoneidad para la terrible prueba que nos espera:
esa santidad sin la cual nadie verá a Dios. Que diga: mi camino está
encubierto al Señor; Dios no toma conocimiento de mis caminos.
Quizá ahora no sea demasiado tarde. Ahora puede ser que os podáis