Página 379 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Elevad la norma
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arrepentir. Pero aun cuando se escriba el perdón frente a vuestros
nombres, soportaréis un daño terrible, porque permanecerán las
cicatrices que habéis producido en vuestra alma.
Sed hombres convertidos
¡Oh! ¿Cómo pueden desafiar la ira y los juicios del Señor los
que tienen la luz de la verdad, la gran luz que les fue dada por Dios,
pecando contra él y haciendo precisamente las cosas que Dios les ha
dicho en su Palabra que no hagan? ¿Cómo pueden estar tan cegados
por Satanás como para deshonrar a Dios en su misma presencia y
mancillar sus almas pecando a sabiendas? Dice el apóstol: “Hemos
llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres”.
Estos pecadores en Sion—¿los llamaré hipócritas?—preguntarán:
¿De qué manera soy yo un espectáculo ante el mundo, los ángeles y
los hombres? Responda cada uno por sí mismo: Mediante el mal uso
de la luz, los privilegios y las misericordias que Dios me ha dado,
mediante actos indecorosos que corrompen y contaminan el alma. Al
profesar conocer a Dios, ¿lo excluyo de mis pensamientos poniendo
en su lugar un ídolo? Con mi ejemplo, ¿induzco a otras mentes
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a considerar livianamente el pecado? ¿Soy yo una evidencia de
relajación moral ante el mundo? ¿Doy a los ángeles un espectáculo
de acciones indecentes y de contaminación moral del cuerpo? El
apóstol nos exhorta: “Hermanos, os ruego por las misericordias
de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis
a este siglo, transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta”. “Así que, amados, puesto que tenemos
tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de
espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.
La norma de Dios
Dios tiene una ley, y ésta es la gran norma de justicia. Todo el
que ha abusado de la misericordia de Dios y ha practicado la iniqui-
dad, será juzgado de acuerdo con sus obras. Dios os ha amonestado
a apartaros de toda iniquidad. El os ha ordenado individualmente
que resistáis al diablo, no que lo alojéis como un huésped honrado.