Página 38 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
que donde yo estoy, también ellos estén conmigo”. El tenerlos con-
sigo está de acuerdo con la promesa del pacto y el acuerdo hecho
con su Padre. El presenta reverentemente ante el propiciatorio su
completa redención en favor de su pueblo. El arco de la promesa
circunda a nuestro Sustituto y Garante mientras derrama su petición
de amor: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo
estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me
has dado”. Contemplaremos al Rey en su hermosura, y la iglesia
será glorificada.
A semejanza de David, podemos orar ahora: “Tiempo es de ac-
tuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley”. Los hombres han
avanzado en la desobediencia a la ley de Dios hasta alcanzar un
punto de insolencia sin paralelo. Los hombres se están educando en
la desobediencia, y se acercan rápidamente al límite de la tolerancia
y del amor de Dios, y Dios seguramente intervendrá. El reivindicará
ciertamente su honor y reprimirá la iniquidad prevaleciente. ¿Se-
rán arrastrados los que guardan los mandamientos de Dios por la
iniquidad que predomina? ¿Serán ellos tentados, porque se tenga a
la ley de Dios en oprobio universal, a menospreciar esa ley que es
el fundamento de su gobierno tanto en el cielo como en la tierra?
No. Para su iglesia su ley llega a ser más preciosa, santa, honorable,
a medida que los hombres arrojen sobre ella escarnio y desprecio.
Como David, pueden decir: “Han invalidado tu ley. Por eso he ama-
do tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro. Por
eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y
aborrecí todo camino de mentira”.
La iglesia militante no es todavía la iglesia triunfante; pero Dios
ama a su iglesia, y describe por medio del profeta cómo él se opone
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y resiste a Satanás, quien está vistiendo a los hijos de Dios con las
ropas más negras y contaminadas, y está reclamando el privilegio
de destruirlos. Los ángeles de Dios los protegen de los asaltos del
enemigo. El profeta dice:
“Me mostró el sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del
ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.
Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que
ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado
del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba
delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban