Capítulo 17—Exhortación y amonestación
La necesidad del mund
En este siglo que se jacta de sus luces, la iglesia cristiana en-
frenta un mundo que yace en las tinieblas de la medianoche, casi
totalmente entregado a la idolatría. Un desprecio casi universal por la
ley de Jehová está asemejando rápidamente al mundo a las ciudades
de Sodoma y Gomorra. Como en los días anteriores al diluvio, la
violencia llena la tierra. Los juegos de azar y el robo están llegando a
ser males comunes. El uso de licores embriagantes está aumentando.
Muchos que han seguido su propia voluntad no santificada trata-
rán de poner fin a su vida por el suicidio. La iniquidad y el crimen
de toda clase se hallan en las altas esferas de la tierra, y los que
consienten en estos errores están tratando de proteger del castigo
a los culpables. Ni la centésima parte de la corrupción que existe
es expuesta al mundo. Poco se conoce de la crueldad que hay en la
tierra. La maldad de los hombres casi ha alcanzado su límite.
De muchas maneras Satanás está revelando que él gobierna el
mundo. Está influyendo en los corazones de los hombres y co-
rrompiendo sus mentes. Los hombres que ocupan altos puestos dan
evidencia de que sus pensamientos son de continuo el mal. Muchos
buscan riquezas y no tienen escrúpulos en acrecentar sus fortunas
por medio de transacciones fraudulentas. El Señor permite que estos
hombres se expongan el uno al otro en sus malas acciones. Algunos
de sus inicuos procedimientos están siendo expuestos ante el mundo
para que los hombres reflexivos que todavía tienen el íntimo deseo
de ser honrados y justos con sus semejantes entiendan por qué Dios
está comenzando a enviar sus juicios sobre la tierra. El Señor casti-
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gará seguramente al mundo por su iniquidad; “la tierra descubrirá la
sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos”. .
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The Review and Herald, 31 de marzo de 1910
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