Página 391 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Exhortación y amonestación
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férrea, tanto dentro como fuera de la oficina, se confederaban [
veasé
el Apéndice.
] decididos a tomar ciertas medidas de acuerdo con su
propio juicio.
Necesidad de discernimiento espiritual
Les dije: “No podéis hacer esto. El manejo de estos vastos in-
tereses no puede ser confiado totalmente a los que revelan poseer
poca experiencia en las cosas de Dios y no tienen discernimiento
espiritual. No se debe debilitar la confianza del pueblo de Dios,
en todas nuestras filas, debido a las deficiencias administrativas de
algunos hombres falibles, en relación con los importantes intereses
que se encuentran en el gran corazón de la obra, que tienen una
influencia decisiva sobre nuestras iglesias de los Estados Unidos
y de los países extranjeros. Si colocáis vuestras manos en la obra
de publicaciones, ese gran instrumento de Dios, para poner vuestro
molde e inscripción sobre ella, descubriréis que es peligroso para
vuestras propias almas y desastroso para la obra de Dios. Será un
pecado tan grande a la vista de Dios como lo fue el de Uza cuando
extendió su mano para sostener el arca. Hay quienes han incursio-
nado en las labores de otros hombres y todo lo que Dios les pide
es que apliquen justicia, amen misericordia y anden humildemente
con Dios, y trabajen concienzudamente como hombres empleados
por la iglesia para hacer la obra confiada a sus manos. Algunos han
dejado de hacerlo, y sus obras lo manifiestan. Cualquiera sea su
puesto, cualquiera sea su responsabilidad, si tienen tanta autoridad
como Acab, descubrirán que Dios está por encima de ellos y que su
soberanía es suprema”.
No debe haber unión con los incrédulos, ni debéis reunir a cierto
número escogido de personas que piensan como vosotros, para que
digan amén a todo lo que proponéis, mientras excluís a otros que
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pensáis no estarán de acuerdo con vosotros. Se me mostró que era
sumamente peligroso hacer esto.
“Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me
enseñó que no caminara por el camino de este pueblo, diciendo:
No llaméis conspiración [confederación] a todos las cosas que este
pueblo llama conspiración [confederación]; ni temáis lo que ellos
temen, ni tengáis miedo. . . ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren