Página 393 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

Exhortación y amonestación
389
Confiando en los hombres
Una y otra vez se me ha mostrado que el pueblo de Dios en estos
últimos días no puede estar seguro si confía en los hombres y hace
de la carne su brazo. La poderosa herramienta de la verdad los ha
apartado del mundo como piedras toscas que deben ser cinceladas,
pulidas y escuadradas para el edificio celestial. Deben ser cincelados
por los profetas mediante reprensiones, amonestaciones, admonicio-
nes y consejos, para que puedan ser conformados al Modelo divino;
ésta es la obra específica del Consolador, transformar el corazón y
el carácter, para que los hombres guarden el camino del Señor. . .
Desde 1845 a menudo se me han presentado claramente los
peligros que debe enfrentar el pueblo de Dios, como asimismo los
que se cernirán en torno del remanente en los últimos días. Se me ha
revelado también el desarrollo de estos peligros a través del tiempo
hasta la actualidad. Grandes escenas están por manifestarse pronto
delante de nosotros. El Señor viene con poder y grande gloria. Y
[465]
Satanás sabe que su autoridad usurpada pronto llegará para siempre
a su fin. Su última oportunidad de obtener el dominio del mundo está
ahora ante él y hará los más decididos esfuerzos para destruir a los
habitantes de la tierra. Los que creen en la verdad deben ser como
fieles centinelas ubicados en la torre. En caso contrario Satanás
les sugerirá razonamientos engañosos, y expresarán opiniones que
traicionarán cometidos sacrosantos. La enemistad de Satanás contra
lo bueno se manifestará más y más a medida que ponga en actividad
sus fuerzas para llevar a cabo su última obra de rebelión, y toda alma
que no esté plenamente entregada a Dios y protegida por el poder
divino formará alianza con Satanás contra el cielo, y se unirá en la
batalla contra el Gobernante del universo.
En una visión que se me dio en 1880, pregunté: “¿Dónde hay
seguridad para el pueblo de Dios en estos días de peligro?” La
respuesta fue: “Jesús intercede por su pueblo, aunque Satanás esté a
su mano derecha para acusarlo”. “Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te
reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda.
¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?” Como Intercesor del
hombre y su Abogado, Jesús guiará a todos los que estén dispuestos
a ser guiados, diciendo: “Seguidme hacia arriba, paso a paso, adonde
brilla la clara luz del Sol de justicia”.