Página 394 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

390
Testimonios para los Ministros
Pero no todos están siguiendo la luz. Algunos se están apartando
del camino seguro, que a cada paso es una senda de humildad. Dios
ha encomendado a sus siervos un mensaje para este tiempo, pero
este mensaje no coincide en todos sus detalles con las ideas de todos
los dirigentes, y algunos critican el mensaje y a los mensajeros.
Se atreven incluso a rechazar las palabras de reprensión que se les
envían de parte de Dios por medio de su Santo Espíritu.
[466]
¿Qué poder tiene en reserva el Señor para alcanzar a los que
han rechazado sus amonestaciones y reprensiones y han conside-
rado que los testimonios del Espíritu de Dios no provienen de una
fuente más alta que la sabiduría humana? En el juicio, ¿qué podréis
ofrecer a Dios vosotros, los que habéis hecho esto, como excusa por
apartaros de las evidencias que él os ha dado de que Dios estaba
en la obra? “Por sus frutos los conoceréis”. No quisiera repasar
ahora ante vosotros las evidencias dadas en los dos años anterio-
res de la forma en que Dios ha obrado por medio de sus siervos
escogidos; pero ante vosotros está la evidencia actual de que él está
obrando, y tenéis ahora la obligación de creer. No podéis desatender
los mensajes de amonestación de Dios; no podéis rechazarlos o
tratarlos livianamente sino con peligro de experimentar una pérdida
incalculable.
Cómo se envilece el alma
Uno puede permitirse buscar faltas, ridiculizar y deformar deli-
beradamente el carácter de los demás, sólo a expensas del envile-
cimiento de su propia alma. El uso de tales armas no contribuye al
logro de preciosas victorias por parte de vosotros; por el contrario
envilece la mente y separa al alma de Dios. Se rebajan las cosas
sagradas al nivel de las comunes y se crea una situación que agrada
al príncipe de las tinieblas y entristece y ahuyenta al Espíritu de Dios.
El buscar faltas y el criticar dejan el alma tan desprovista del rocío
de la gracia como las colinas de Gilboa estaban privadas de lluvia.
No se puede confiar en el juicio de los que acostumbran ridiculizar
y deformar el carácter de los demás. No se le puede dar importancia
a su consejo o a sus resoluciones. Debéis llevar las credenciales
divinas antes de tomar medidas definidas que contribuyan a modelar
la obra de Dios.