Página 396 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
ridiculizada y rechazada. [
veasé el Apéndice.
] Se la ha acusado de
inducir al entusiasmo y el fanatismo. Pero sólo la vida de Jesucristo
en el alma, el principio activo del amor impartido por el Espíritu
Santo, dará fruto para buenas obras. El amor de Cristo es la fuerza
y el poder de todo mensaje en favor de Dios que alguna vez haya
salido de labios humanos. ¿Qué fruto nos aguarda si no llegamos a
la unidad de la fe?
Cuando estemos unidos con el vínculo de unión por el cual Cristo
oró, terminará esta larga controversia que ha sido fomentada por
los agentes satánicos, y no veremos a hombres que tracen planes de
acuerdo con las normas del mundo, porque no tienen visión espiritual
para discernir las cosas espirituales. Ven ahora a los hombres como
árboles que caminan y necesitan el toque divino para ver como Dios
ve y obrar como Dios obró. Entonces los atalayas de Sion tocarán al
unísono la trompeta con notas más claras y potentes, porque verán
venir la espada y se darán cuenta del peligro en el cual se halla el
pueblo de Dios.
Necesitaréis trazar sendas derechas para vuestros pies, para que
el cojo no se salga del camino. Estamos rodeados por los que cojean
y claudican con respecto a la fe, y habéis de ayudarles, no claudi-
cando vosotros mismos, sino manteniéndoos fieles, como hombres
que han sido probados, firmes en los principios como una roca. Sé
que debe hacerse una obra en favor de la gente; de otra manera
muchos no estarán preparados para recibir la luz del ángel enviado
del cielo para iluminar toda la tierra con su gloria. No penséis que
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seréis considerados vasos de honra en ocasión de la lluvia tardía,
para recibir la gloria de Dios, si estáis elevando vuestras almas a la
vanidad, hablando cosas perversas y albergando en secreto raíces de
amargura. El ceño de Dios estará ciertamente sobre toda alma que
albergue y alimente esas raíces de disensión y posea un espíritu tan
diferente del de Cristo.
Mientras el Espíritu del Señor reposaba sobre mí, me pareció
estar presente en uno de vuestros concilios. Uno de vosotros se le-
vantó. Su actitud era muy decidida y ferviente mientras levantaba
un periódico delante de vosotros. Pude leer claramente el encabeza-
miento: Era el
American Sentinel
. [
veasé el Apéndice.
] Entonces se
formularon críticas acerca del periódico y el carácter de los artículos
publicados en él. Los que estaban en el concilio señalaron ciertos pa-