Página 415 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Principios vitales acerca de nuestras relaciones mutuas
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autoridad y que todos sus hermanos, antes de avanzar, deben ir pri-
meramente a pedirle permiso para hacer lo que creen que se debe
hacer. Esa persona se encuentra en posición peligrosa. Ha perdido de
vista la obra del verdadero dirigente del pueblo de Dios. En lugar de
actuar como sabio consejero, asume las prerrogativas de un gober-
nante exigente. Se deshonra a Dios cada vez que se exhibe semejante
autoridad y exaltación propia. Nadie que confíe en su propia fuerza
ha de erigirse jamás en mente y juicio de alguien a quien Dios está
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usando en su obra. Nadie debe trazar pautas y reglamentos humanos
para gobernar arbitrariamente a sus colaboradores que tienen una
experiencia viva en la verdad.
Dios invita a los que han ejercido indebida autoridad que aparten
de sus obreros su mano dominadora. Trate toda persona a quien han
sido confiadas sagradas responsabilidades de comprender su deber
individual ante Dios, y cumplirlo con humildad y fidelidad. Nadie se
considere un amo que puede ejercer su poder dominante sobre sus
hermanos. Los principios de la Palabra de Dios deben ser enseñados
y practicados.
Responsables ante Dios
Aunque debe respetar la autoridad y trabajar de acuerdo con
planes sabiamente trazados, todo obrero es responsable ante el gran
Maestro por el uso correcto del juicio que Dios le ha dado y de su
derecho de esperar sabiduría y dirección del Dios del cielo. Dios
es el Comandante y Gobernante supremo. Tenemos un Salvador
personal, y no hemos de cambiar su palabra por la palabra de ningún
hombre. En las Escrituras el Señor ha dado instrucciones para todo
obrero. Las palabras del Obrero maestro deben ser estudiadas con
diligencia porque son espíritu y son vida. Los obreros que procuran
actuar en armonía con esas instrucciones son dirigidos y guiados
por el Espíritu Santo y no necesitan pedir permiso primero a alguien
cada vez que tienen que avanzar. No se deben trazar pautas estrictas.
Permitid que el Espíritu Santo dirija a los obreros. Mientras sigan
contemplando a Jesús, el Autor y Consumador de la fe, los dones de
la gracia aumentarán gracias a su sabio uso.
Dios desea que entremos en la debida relación con él. Desea
que toda voz sea santificada. Quiere que nuestro ser entero: alma,