Página 424 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
Lo siguiente forma parte de una disertación dirigida a los pasto-
res reunidos en el Congreso de la Asociación General de 1883:
“‘Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es
de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en
esto pensad’.
“La forma en que Dios trata a su pueblo a menudo parece mis-
teriosa. Sus caminos no son nuestros caminos ni sus pensamientos
nuestros pensamientos. Muchas veces su forma de obrar es tan con-
traria a nuestros planes y expectativas que nos asombra y confunde.
No entendemos nuestra naturaleza perversa; y a menudo, cuando es-
tamos complaciendo el yo, siguiendo nuestras propias inclinaciones,
nos congratulamos con la idea de que estamos llevando a cabo el
pensamiento de Dios. Por eso necesitamos escudriñar las Escrituras
y orar mucho para que, de acuerdo con su promesa, el Señor nos dé
sabiduría.
“Aunque cada uno de nosotros tiene su obra y su responsabilidad
personales delante de Dios, no debemos seguir nuestro propio juicio
sin tomar en cuenta las opiniones y los sentimientos de nuestros
hermanos, porque este proceder conduciría al desorden en la iglesia.
Los pastores tienen el deber de respetar el juicio de sus hermanos;
pero sus relaciones mutuas y las doctrinas que enseñan deben ser
probadas por la ley y el testimonio; en ese caso, si los corazones son
dóciles, no habrá divisiones entre nosotros. Algunos tienden a ser
desordenados y se están apartando de los grandes hitos de la fe; pero
Dios está guiando a sus ministros para que sean uno en doctrina y
en espíritu.
“A veces algunos hermanos trabajan juntos por muchos años, y
creen que pueden confiar en los que conocen tanto como si fueran
miembros de su propia familia. Hay en esa relación una libertad y
una confianza que no podrían existir entre personas que no fueran
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de la misma fe. Esto es muy agradable mientras perdura el amor
fraternal; pero si se deja que el acusador de los hermanos logre
acceso al corazón de uno de estos hombres para controlar su mente
y su imaginación, surgirán los celos, se albergarán la suspicacia y
la envidia; y el que se creía seguro en el amor y la amistad de su
hermano, descubre que se desconfía de él y que se tergiversan sus
motivos. El falso hermano se olvida de sus propia debilidades, se