Página 425 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Principios vitales acerca de nuestras relaciones mutuas
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olvida de que tiene el deber de no pensar ni hablar mal para no
deshonrar a Dios ni herir a Cristo en la persona de sus santos; y todo
defecto en que se pueda pensar o que se pueda imaginar es objeto de
comentarios inmisericordes, y se presenta el carácter del hermano
como oscuro y objetable.
“Se traicionan así cometidos sagrados. Las cosas que se dijeron
en hermanable confianza se repiten tergiversándolas; y cada pala-
bra, cada acto, por inocentes y bien intencionados que sean, son
sometidos a escrutinio mediante la crítica fría y celosa de personas
a quienes se consideraba demasiado nobles, demasiado honorables
para aprovecharse en lo más mínimo de esa relación de amistad o
de confianza fraternal. Los corazones se cierran en este caso a la
misericordia, el juicio y el amor de Dios, y se revela el espíritu frío,
escarnecedor y lleno de desprecio que manifiesta Satanás hacia sus
víctimas.
“Si el enemigo puede emplear a los profesos creyentes como
acusadores de los hermanos, se sentirá muy complacido, porque los
que lo hacen lo están sirviendo tan ciertamente como Judas cuando
traicionó a Cristo, aunque lo hagan sin saberlo. Satanás no está
menos activo ahora que en los días de Cristo, y los que se prestan
para hacer su obra manifestarán su espíritu.
“Los rumores que circulan por allí a menudo destruyen la unidad
entre los hermanos. Hay quienes observan con mente alerta y oídos
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atentos para captar al vuelo cualquier escándalo. Reúnen pequeños
incidentes que pueden ser insignificantes en sí mismos, pero que se
repiten y exageran hasta que se convierte a un hombre en culpable
sobre la base de una sola palabra. Su lema parece ser: ‘Infórmennos,
e informaremos’. Esos maldicientes hacen la obra de Satanás con
sorprendente fidelidad, sin saber cuán ofensiva es su conducta para
Dios... La puerta de la mente debe estar cerrada para el ‘Dicen
que’, o ‘He oído decir que’. ¿Por qué, en lugar de permitir que los
celos o las malas sospechas entren en nuestro corazón, no vamos
a nuestros hermanos, y después de presentarles en forma franca,
pero bondadosa, las cosas que hemos oído decir en detrimento de su
carácter y su influencia, oramos con ellos y por ellos? Aunque no
podemos mantener comunión con los acerbos enemigos de Cristo,
debemos cultivar el espíritu de mansedumbre y amor que caracterizó
a nuestro Maestro: Que no piensa el mal ni se deja provocar...