Página 432 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

428
Testimonios para los Ministros
Los hombres representativos que asisten al Congreso de la Aso-
ciación General tienen el privilegio de manifestar un espíritu de
esperanza y valor. Hermanos míos, el Salvador se ha revelado a
vosotros de muchas maneras; ha llenado vuestro corazón con la
luz del sol de su presencia mientras trabajabais en países distantes
y en vuestra propia tierra; os ha guardado de peligros visibles e
invisibles; y ahora, al reuniros una vez más con vuestros hermanos
en este concilio, tenéis el privilegio de estar gozosos en el Señor y
de regocijaros en el conocimiento de su gracia sustentadora.
Tome posesión su amor de la mente y el corazón de cada cual.
Guardaos del cansancio excesivo, de las preocupaciones agotadoras
y de la depresión. Dad un testimonio elevador. Apartad vuestra vista
de lo oscuro y lo desalentador, y contemplad a Jesús, nuestro gran
Dirigente, bajo cuya atenta supervisión la causa de la verdad presente
a la cual hemos dedicado nuestra vida y todo lo que tenemos, está
destinada a triunfar en forma gloriosa.
La actitud que nuestros hombres representativos manifiesten du-
rante el congreso ejercerá una influencia efectiva sobre todos en todo
el territorio, y sobre los delegados también. ¡Oh, hermanos míos,
ojalá se vea que Jesús mora en vuestros corazones, para sosteneros,
fortaleceros y consolaros! Tenéis el privilegio de recibir cada día
una rica porción de su Santo Espíritu, y de tener una perspectiva
más amplia de la importancia y el alcance del mensaje que estamos
proclamando al mundo. El Señor está dispuesto a revelaros las ma-
[514]
ravillas de su ley. Esperad ante él con humildad de corazón. Orad
con todo fervor para comprender los tiempos en que vivimos, para
entender más plenamente su propósito, y para ser más eficientes en
la salvación de las almas.
A menudo, en visiones nocturnas, se me pide que inste a nues-
tros hermanos que ocupan cargos de responsabilidad para que hagan
esfuerzos denodados a fin de seguir conociendo al Señor más per-
fectamente. Cuando nuestros obreros comprendan como debieran
la importancia de los tiempos en que vivimos, se notará el decidido
propósito de estar de parte del Señor, y entonces se convertirán real-
mente en colaboradores de Dios. Cuando consagren el corazón y el
alma al servicio de Dios, descubrirán que es esencial una experiencia
más profunda que la actual para triunfar sobre todo pecado.