Página 73 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Amonestaciones fieles y fervientes
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La obra manifiesta del Espíritu Santo
Precisamente antes de dejarlos, Cristo les dio a sus discípulos la
promesa: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros
el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea,
en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. “Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo”. Mientras estas palabras
estaban en sus labios, ascendió, una nube de ángeles lo recibió,
y lo escoltó hasta la ciudad de Dios. Los discípulos regresaron a
Jerusalén, sabiendo ahora con certeza que Jesús era el Hijo de Dios.
La fe quedó libre de sombras, y ellos esperaron preparándose por
medio de la oración y la humillación de sus corazones delante del
Señor, hasta que vino el bautismo del Espíritu Santo.
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“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes
juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento
recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose
sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que
hablasen”. En esa asamblea había burladores, que no reconocieron
la obra del Espíritu Santo, y dijeron: “Están llenos de mosto”.
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó su voz
y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en
Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no
están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera
del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel”. Leed la historia. El
Señor obraba siguiendo su propio método; pero si hubiera habido tal
manifestación entre nosotros, a quienes han alcanzado los fines de
los siglos, ¿no se habrían mofado algunos, como en esa oportunidad?
Los que no se colocaron bajo la influencia del Espíritu Santo no lo
reconocieron. A esta clase de personas los discípulos les parecieron
hombres en estado de ebriedad.