Página 92 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose
en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente...
Porque así dijo Jehová, el Señor, el Santo de Israel: En descanso
y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra
fortaleza. Y no quisisteis”.
Se necesita limpieza de corazón
Pregunto a los que ocupan puestos de responsabilidad en Battle
Creek: ¿Qué estáis haciendo? Le habéis dado al Señor la espalda, y
no el rostro. Debe haber una limpieza del corazón, de los sentimien-
tos, de las simpatías, de las palabras, con referencia a los asuntos
más importantes: Jehová Dios, la eternidad, la verdad. ¿Cuál es el
mensaje que ha de ser dado en este tiempo? Es el mensaje del tercer
ángel. Pero la luz que ha de llenar toda la tierra con su gloria ha
sido despreciada por algunos[
veasé el Apéndice.
] que pretenden
creer la verdad presente. Cuidad cómo la tratáis. Quitad vuestro
calzado de vuestros pies, porque estáis en tierra santa. Guardaos de
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transigir con los atributos de Satanás, y arrojar menosprecio sobre la
manifestación del Espíritu Santo. Yo sé solamente que algunos ya
ahora han ido demasiado lejos para volver y para arrepentirse.
La comunicación de la luz
Declaro la verdad. Las almas que aman a Dios, que creen en
Cristo y que están prontas en recibir cada rayo de luz, verán la
luz y se regocijarán en la verdad. Comunicarán la luz. Crecerán
en santidad. Los que reciban el Espíritu Santo advertirán que una
atmósfera congelante rodea las almas de otros que no aprecian estas
grandes y solemnes realidades y que hablan contra ellas. Sienten
que están en consejo de malos, de hombres que andan en camino de
pecadores y se sientan en silla de escarnecedores.
La Palabra de Dios habla la verdad, no la mentira. En ella nada es
forzado, nada es extremo, nada es extralimitado. Debemos aceptarla
como la Palabra del Dios vivo. En obediencia a la Palabra, la iglesia
tiene deberes que realizar que sus miembros no han cumplido. No
han de huir del puesto del deber sino que en la prueba y en la tenta-
ción deben apoyarse más completamente en Dios. Hay dificultades
que encarar, pero el pueblo de Dios debe levantarse como un solo