Página 93 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Amonestaciones fieles y fervientes
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hombre ante las emergencias. Hay deberes que desempeñar para con
la iglesia y para con nuestro Dios.
El Espíritu de Dios se está apartando de muchos de entre su pue-
blo. Muchos han entrado en senderos oscuros y secretos, y algunos
nunca volverán. Continuarán tropezando hasta su ruina. Han tentado
a Dios, han rechazado la luz. Ya han recibido toda la evidencia que
había de serles dada y no le han hecho caso. Han elegido las tinie-
blas antes que la luz y han contaminado sus almas. Ningún hombre
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o iglesia puede buscar la compañía de los amadores del placer, y
revelar al mismo tiempo que aprecia la rica corriente que el Señor
ha enviado para aquellos que tienen una fe sencilla en su Palabra.
El mundo está contaminado, corrompido, como en los días de Noé.
El único remedio es creer en la verdad, aceptar la luz. Sin embargo,
muchos han escuchado la verdad, hablada con demostración del
Espíritu, y no solamente han rehusado aceptar el mensaje, sino que
han odiado la luz. Estos hombres colaboran en la ruina de las almas.
Se han interpuesto entre la luz enviada del cielo y la gente. Han
pisoteado la Palabra de Dios, y están afrentando al Espíritu Santo.
Pido a los hijos de Dios que abran sus ojos. Cuando sancionáis
o ponéis en ejecución las decisiones de hombres que, según vues-
tro conocimiento, no están en armonía con la verdad y la justicia,
debilitáis vuestra propia fe, y perdéis el gusto por la comunión con
Dios. Parece que se aplican a vosotros las palabras dirigidas a Josué:
“¿Por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han
quebrantado mi pacto que yo les mandé... Anatema hay en medio de
ti, Israel”. “Ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anate-
ma de en medio de vosotros”. Cristo declara: “El que conmigo no
recoge, desparrama”.
El mensaje de la justificación por la fe
En su gran misericordia el Señor envió un preciosísimo mensaje
a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones.[
veasé el
Apéndice.
] Este mensaje tenía que presentar en forma más destacada
ante el mundo al sublime Salvador, el sacrificio por los pecados del
mundo entero. Presentaba la justificación por la fe en el Garante;
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invitaba a la gente a recibir la justicia de Cristo, que se manifiesta
en la obediencia a todos los mandamientos de Dios. Muchos habían