Página 95 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Amonestaciones fieles y fervientes
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A menos que haga de la contemplación del exaltado Salvador la
gran ocupación de su vida, y por la fe acepte los méritos que tiene el
privilegio de reclamar, el pecador no tendrá mayores posibilidades
de ser salvado de las que Pedro tenía de caminar sobre las aguas sin
mirar constantemente a Jesús. Siempre ha sido el firme propósito de
Satanás eclipsar la visión de Jesús e inducir a los hombres a mirar
al hombre, a confiar en el hombre, y a esperar ayuda del hombre.
Durante años la iglesia ha estado mirando al hombre, y esperando
mucho del hombre en lugar de mirar a Jesús en quien se cifran
nuestras esperanzas de vida eterna. Por eso Dios entregó a sus siervos
un testimonio que presentaba con contornos claros y distintos la
verdad como es en Jesús, que es el mensaje del tercer ángel. El
pueblo de Dios ha de hacer resonar las palabras de Juan, para que
todos puedan discernir la luz y andar en la luz: “El que de arriba
viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas
terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que
vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe
su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. Porque el que Dios
envió, las palabras de Dios habla: pues Dios no da el Espíritu por
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medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su
mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa
creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre
él”.
Este es el testimonio que debe circular por toda la longitud y
la anchura del mundo. Presenta la ley y el Evangelio, vinculando
ambas cosas en un conjunto perfecto. Véase
Romanos 5
y
1 Juan
3:9
hasta el fin del capítulo. Estos preciosos pasajes ejercerán una
profunda influencia sobre todo corazón que se abra para recibirlos.
“La exposición de tus palabras alumbra: hace entender a los simples”,
los de corazón contrito. “Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
Estos no tienen una mera fe nominal, una teoría de la verdad, una
religión legal sino que su fe tiene un propósito, el de apropiarse de
los ricos dones de Dios. Suplican que se les conceda el don, a fin de
poder dar a otros. Pueden decir: “De su plenitud tomamos todos, y
gracia sobre gracia”.
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios