Página 112 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
nuestra paz es tan pequeña que él no la note. No hay en nuestra expe-
riencia ningún pasaje tan oscuro que él no pueda leer, ni perplejidad
tan grande que él no pueda desenredar. Ninguna calamidad puede
acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar
el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de
los labios, sin que el Padre celestial esté al tanto de ello, sin que
tome en ello un interés inmediato. El “sana a los quebrantados de
corazón, y venda sus heridas”.
Salmos 147:3
. Las relaciones entre
Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no
hubiese otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado.—
El
Camino a Cristo, 102, 103
.