Página 116 - La Temperancia (1976)

Basic HTML Version

112
La Temperancia
en los méritos del Salvador. Mediante la oración, el estudio de su
Palabra y el creer que su presencia mora en el corazón, el más débil
ser humano puede vincularse con el Cristo vivo, quien lo tendrá de
la mano y nunca lo soltará.—
El Ministerio de Curación, 134-137
.
Salud y fuerza para el vencedor
—Cuando los hombres que se
han complacido en hábitos incorrectos y prácticas pecaminosas se
rinden al poder de la verdad divina, la aplicación de esa verdad al
corazón revitaliza las facultades morales que parecían estar parali-
zadas. El receptor llega a tener una comprensión más fuerte y más
clara que antes de que su alma se asegurara a la Roca eterna. Aun
su salud física mejora al darse cuenta que está seguro en Cristo. La
bendición especial de Dios, que descansa sobre el receptor, es de por
sí salud y fuerza.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 13
.
El poder para vencer está sólo en Cristo
—Los hombres han
contaminado el templo del alma, y Dios los llama a despertar y a
luchar con todas sus fuerzas para reconquistar la virilidad que Dios
les diera. Nada excepto la gracia de Dios puede convencer y convertir
el corazón; sólo de él los esclavos de los hábitos pueden obtener
poder para romper las cadenas que los atan. Es imposible que un
hombre presente su cuerpo como sacrificio viviente, santo, aceptable
a Dios mientras siga complaciendo hábitos que le están restando
de su vigor físico, mental y moral. Nuevamente dice el apóstol:
[97]
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de
la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Romanos
12:2
.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 10, 11
.
En la fuerza de Cristo,
—Cristo peleó la batalla en el terreno
del apetito y salió victorioso. Nosotros también podemos vencer
mediante la fuerza derivada de él. ¿Quién entrará por las puertas
de la ciudad? No aquellos que declaran que no pueden vencer la
fuerza del apetito. Cristo ha resistido el poder de aquel que quisiera
mantenernos en esclavitud; aunque debilitado por su largo ayuno de
cuarenta días, resistió a la tentación y demostró por medio de ese
acto que nuestros casos no son desesperados. Yo sé que no podemos
obtener la victoria solos. ¡Cuán agradecidos debiéramos estar de que
tenemos un Salvador viviente que está listo y deseoso de ayudarnos!
Recuerdo el caso de un hombre en una congregación a la cual
me tocó dirigir la palabra. Estaba casi perdido física y mentalmente