Página 129 - La Temperancia (1976)

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Ayuda para los tentados
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camino para que puedas librarte de todo enredo y aprieto. Cuanto
más débil y desamparado te sientas, más fuerte serás con su ayuda.
Cuanto más pesadas sean tus cargas, más dulce y benéfico será tu
descanso al echarlas sobre Aquel que se ofrece a llevarlas por ti.—
El
Ministerio de Curación, 47, 48
.
Poder para hacer frente a toda tentación
—El que realmente
cree en Cristo es hecho partícipe de la naturaleza divina y tiene
poder del cual puede apropiarse en cada tentación.—
The Review
and Herald, 14 de enero de 1909
.
Como el hombre caído no podía vencer a Satanás con su fuerza
humana, Cristo vino de los atrios reales del cielo para ayudarlo con
su fuerza combinada divina y humana. Cristo sabía que Adán en
el Edén, en sus circunstancias ventajosas, podría haber resistido las
tentaciones de Satanás y haberlo vencido. También sabía que no
era posible que el hombre fuera del Edén, separado de la luz y del
amor de Dios desde la caída, resistiera las tentaciones de Satanás
con su propia fuerza. A fin de proporcionar esperanza al hombre
y salvarlo de la completa ruina, se humilló a sí mismo al tomar la
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naturaleza del hombre, para que con su poder divino combinado
con el humano, pudiese alcanzar al hombre allí donde estaba. Para
todos los caídos hijos e hijas de Adán obtuvo esa fuerza que es
imposible que obtengan por sí mismos, para que en su nombre
puedan vencer las tentaciones de Satanás.—
Redemption; or the
Temptation of Christ in The Wilderness, 44
.
Ayuda para los que se provocan enfermedades a sí mismos
Muchos de los que acudían a Cristo en busca de ayuda habían
atraído la enfermedad sobre sí, y sin embargo él no rehusaba sanarlos.
Y cuando estas almas recibían la virtud de Cristo, reconocían su
pecado, y muchos se curaban de su enfermedad espiritual al par que
de sus males físicos.—
El Ministerio de Curación, 49
.
Poder para liberar a los cautivos
—Cristo demostró su com-
pleta autoridad sobre los vientos y las olas, así como sobre los
endemoniados. El que apaciguó la tempestad y sosegó el agitado
mar, dirigió palabras de paz a los intelectos perturbados y dominados
por Satanás.
En la sinagoga de Capernaum estaba Jesús hablando de su misión
de libertar a los esclavos del pecado. De pronto fue interrumpido por
un grito de terror. Un loco hizo irrupción entre la gente, clamando: