Página 139 - La Temperancia (1976)

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Consejos en cuanto a la forma de obrar
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Debemos ponernos en el lugar de los tentados. Consideremos
la fuerza de la herencia, la influencia de las malas compañías, el
poder de los malos hábitos. ¿Qué tiene de extraño que bajo seme-
jantes influencias muchos se degraden? ¿Debe sorprendernos que
no se apresuren a corresponder a los esfuerzos que se hacen para
levantarlos?
Muchas veces, luego de ganados al Evangelio, los que parecían
toscos y poco promisorios, llegan a ser sus partidarios y defensores
más leales y ardientes. No estaban del todo corrompidòs. Bajo una
apariencia repulsiva, hay en ellos buenos impulsos que se pueden
despertar. Sin una mano que les ayude, muchos no lograrán jamás
reponerse moralmente; pero mediante esfuerzos pacientes y constan-
tes se los puede levantar. Necesitan palabras de ternura, benevolente
consideración, ayuda positiva. Necesitan consejos que no apaguen
en sus almas el último pábilo de aliento. Tengan esto en cuenta los
obreros de Jesús que traten con ellos.
Frutos del milagro de la gracia
—Hallaránse algunos con las
mentes envilecidas por tanto tiempo que nunca llegarán a ser en
esta vida lo que hubieran podido ser si hubiesen vivido en mejores
circunstancias. Pero los brillantes rayos del Sol de justicia pueden
alumbrar sus almas. Tienen el privilegio de poseer la vida que puede
medirse con la vida de Dios. Sembrad en sus mentes pensamientos
que eleven y ennoblezcan. Hacedles ver por vuestra vida la diferencia
entre el vicio y la pureza, entre las tinieblas y la luz, y por vuestro
ejemplo lo que significa ser cristiano. Cristo puede levantar a los
más pecadores, y ponerlos donde se les reconozca por hijos de Dios
y coherederos con Cristo de la herencia inmortal.
Por el milagro de la gracia divina, muchos pueden prepararse
para una vida provechosa. Despreciados y desamparados, cayeron
en el mayor desaliento y pueden parecer estoicos e impasibles. Pero
bajo la influencia del Espíritu Santo, se desvanecerá la estupidez
que hace parecer imposible su levantamiento. La mente lerda y
nublada despertará. El esclavo del pecado será libertado. El vicio
desaparecerá, y la ignorancia quedará vencida. La fe que obra con
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amor purificará el corazón e iluminará la mente.—
El Ministerio de
Curación, 125, 126
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