Página 148 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
haciendo nuestra parte, él hará la suya para preservar nuestra salud.
Debemos tener un dominio razonable de todos nuestros órganos. Por
la práctica de la temperancia en el comer, en el beber, en el vestir, en
trabajar, y en todas las cosas, podemos hacer para nosotros mismos
lo que ningún médico puede hacer en nuestro favor.—
Manuscrito
41, 1908
.
Viviendo con capital prestado
—La intemperancia en el comer
y beber, en trabajar y en casi todas las cosas, existe por todas partes.
Los que hacen grandes esfuerzos para ejecutar cierta suma de trabajo
en un tiempo dado y siguen trabajando cuando su criterio les dice
que deberían descansar, jamás son vencedores. Están viviendo de
capital prestado. Están gastando la fuerza vital que necesitarán en un
tiempo futuro. Y cuando se exija la energía que emplearon con tanta
imprudencia, desfallecerán por falta de ella. Habrá desaparecido la
fuerza física; decaerán las facultades mentales. Se darán cuenta de
que han perdido algo, pero no sabrán lo que es. Su tiempo de necesi-
dad habrá llegado, pero sus recursos físicos estarán agotados. Todo
aquel que viola las leyes de la salud, deberá algún día sufrir en mayor
o menor grado. Dios nos ha dotado de fuerza corporal, necesaria en
diferentes períodos de nuestra vida. Si imprudentemente agotamos
esta fuerza por el ajetreo constante, seremos perdedores algún día.
Nuestra eficacia se menoscabará, si acaso nuestra vida misma no se
destruye.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de
la Educación Cristiana, 144, 145
.
El trabajo nocturno
—Como regla, la labor del día no debería
prolongarse en la noche... Se me ha mostrado que los que hacen
esto, a menudo pierden más de lo que ganan, porque sus energías se
agotan y trabajan con excitación nerviosa. Pueden no darse cuenta
de ningún daño inmediato, pero con toda seguridad están minando
su organismo.—
Counsels on Health, 99
.
Temperancia en el estudio
—La intemperancia en el estudio
es una especie de intoxicación, y los que se entregan a ella, como
el borracho, se apartan de la senda segura, tropiezan y caen en las
tinieblas. El Señor quiere que todo alumno recuerde que el ojo
debe mantenerse sincero para la gloria de Dios. No ha de agotar o
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malgastar sus facultades físicas y mentales procurando adquirir todo
el conocimiento posible de las ciencias, sino que debe conservar
la frescura y el vigor de todas ellas para dedicarse a la obra que