Página 163 - La Temperancia (1976)

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El ejemplo de Daniel
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El Señor consideró con aprobación la firmeza y la abnegación de
estos jóvenes hebreos, y su bendición los acompañó. “Dióles Dios
conocimiento e inteligencia en todas letras y ciencia; mas Daniel
tuvo entendimiento en toda visión y sueños”.
Daniel 1:17
. A la
expiración de los tres años de educación, cuando su capacidad y sus
adquisiciones fueron probadas por el rey, “no fue hallado entre todos
ellos otro como Daniel, Ananías, Misael, y Azarías: y así estuvieron
delante del rey. Y en todo negocio de sabiduría e inteligencia que el
rey les demandó, hallólos diez veces mejores que todos los magos y
astrólogos que había en todo su reino”.
Daniel 1:19, 20
.
Dominio propio, una condición de la santificación
—La vida
de Daniel es una ilustración inspirada de lo que constituye un carác-
ter santificado. Presenta una lección para todos, y especialmente para
los jóvenes. El cumplimiento estricto de los requerimientos de Dios
es benéfico para la salud del cuerpo y la mente. A fin de alcanzar las
más altas condiciones morales e intelectuales, es necesario buscar
sabiduría y fuerza de Dios, y observar la estricta temperancia en
todos los hábitos de la vida. En la experiencia de Daniel y de sus
compañeros tenemos un ejemplo del triunfo de los principios sobre
la tentación a complacer el apetito. Nos muestra que por medio de
los principios religiosos los jóvenes pueden triunfar sobre el apetito
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de la carne, y permanecer leales a los requerimientos divinos, aun
cuando ello les costase un gran sacrificio.
¿Qué habría acontecido si Daniel y sus compañeros hubieran
transigido con los funcionarios paganos y hubieran cedido a la
presión de la oportunidad, comiendo y bebiendo como era usual
para los babilonios? Este solo abandono de los principios habría
debilitado su sentido de lo justo y su aborrecimiento de lo erróneo.
La complacencia del apetito habría envuelto el sacrificio del vigor
físico, la claridad del intelecto, y el poder espiritual. Un paso falso
habría conducido probablemente a otros, hasta que, al cortarse su
vinculación con el cielo, habrían sido arrastrados por la tentación.
Dios ha dicho: “Honraré a los que me honran”.
1 Samuel 2:30
.
Mientras Daniel se aferró a su Dios con inconmovible confianza, el
espíritu del poder profético vino sobre él. Mientras era instruido por
los hombres en los deberes de la corte, Dios le enseñaba a leer los
misterios de las edades futuras, y a presentar a las generaciones del
porvenir por medio de símbolos y símiles, los maravillosos aconteci-