Página 203 - La Temperancia (1976)

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La juventud y el futuro
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influencia corruptora. En la providencia de Dios Daniel estaba en el
mundo pero no era del mundo. Rodeado con todas las tentaciones
y fascinaciones de la vida de la corte, se sostuvo en la integridad
de su alma, firme como una roca en su adhesión a los principios.
Hizo de Dios su poder y Dios no lo olvidó en su tiempo de mayor
necesidad.—
Testimonies for the Church 4:569, 570
.
El resultado de la fiel instrucción hogareña
—Los padres de
Daniel le habían enseñado en su niñez hábitos de estricta temperan-
cia. Le enseñaron que debía ajustarse a las leyes de la naturaleza
en todos sus hábitos; que su comida y bebida tenían una influencia
directa sobre su naturaleza física, mental y moral, y que era respon-
sable ante Dios por sus aptitudes; pues todas las había recibido como
un don de Dios, y no debía empequeñecerlas o mutilarlas por algún
curso de acción. Como resultado de esta enseñanza, la ley de Dios
era enaltecida en la mente de Daniel, y reverenciada en su corazón.
Durante los primeros años de su cautiverio, Daniel pasó a través
de una ordalía que tenía como fin familiarizarlo con la magnificen-
cia cortesana, con la hipocresía, y con el paganismo: ¡Una extraña
escuela, realmente, para prepararlo para una vida de sobriedad, la-
boriosidad y fidelidad! Y sin embargo vivió incontaminado por la
atmósfera de mal con la cual estaba rodeado.
El caso de Daniel y sus jóvenes compañeros ilustra los beneficios
que pueden resultar de una dieta sobria, y muestra lo que Dios hará
por aquellos que cooperen con él en la purificación y elevación del
alma. Ellos fueron una honra para Dios, y una luz clara y brillante
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en la corte de Babilonia.
El llamamiento que Dios nos hace
—En esta historia oímos la
voz de Dios que se dirije a nosotros individualmente, invitándonos a
que juntemos todos los preciosos rayos de luz sobre este tema de la
temperancia cristiana, y a que nos coloquemos en la debida relación
con las leyes de la salud.
Queremos tener una parte en la herencia eterna. Queremos tener
un lugar en la ciudad de Dios, libre de toda impureza. Todo el cielo
está observando para ver cómo estamos peleando la batalla contra
la tentación. Todos los que profesan el nombre de Cristo anden
de tal modo ante el mundo que puedan enseñar por ejemplo así
como por precepto los principios de la vida verdadera. “Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis