Página 213 - La Temperancia (1976)

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La firma de la promesa
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Firmen los que ocupan cargos elevados
—Debemos presentar
la promesa de abstinencia total a los que ocupan cargos elevados,
pidiéndoles que den el dinero que de otra manera gastarían por la
complacencia dañina del licor y el tabaco para establecer institu-
ciones donde niños y jóvenes puedan ser preparados para ocupar
posiciones de utilidad en el mundo.—
Testimonies for the Church
7:58
.
Firmad en nuestros congresos
—En nuestros congresos debe-
mos llamar la atención a esta obra y hacer de ella un asunto de viva
importancia. Debemos presentar a la gente los principios de la verda-
dera temperancia y solicitarle que firme la promesa de abstinencia.—
Joyas de los Testimonios 2:398
.
No ofrezcáis excusa
—Que ninguna excusa sea ofrecida cuando
se os pide que coloquéis vuestro nombre en la promesa de tempe-
rancia, pero firmad cada promesa presentada, e inducid a otros a
firmar con vosotros. Trabajad por el bien de vuestras almas, y el
bien de otros. Nunca dejéis pasar una oportunidad de poner vuestra
influencia del lado de la estricta temperancia.—
Counsels on Health,
441
.
No firmar hace bajar la guardia
—Después del discurso del
domingo de tarde, la promesa fue puesta en circulación, y se juntaron
ciento treinta y siete nombres. Nosotros fuimos apenados al saber
que algunos pocos nombres no fueron dados por algo que conside-
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ramos que no era una razón justa para un verdadero hijo de Dios. Su
excusa era que su trabajo los ponía en lugares donde el vino les sería
ofrecido (como es costumbre en este país), y no rehusarían tomarlo
por temor de ofender a aquellos por quienes estaban trabajando.
Pensé que aquí había una muy buena oportunidad para que ellos
levantaran la cruz, y dejaran brillar su luz como peculiar pueblo de
Dios a quien él estaba purificando. ...
En todos los tiempos y en todas las circunstancias se requiere
valor moral para resistir la tentación en la cuestión del apetito. Po-
demos esperar que una práctica tal será una sorpresa para aquellos
que no practican hábitos de total abstinencia de todos los estimu-
lantes; ¿pero cómo llevaremos adelante la obra de reforma si nos
conformamos a los hábitos y las prácticas de aquellos con quienes
nos asociamos? Aquí está la verdadera oportunidad para manifestar
que somos un pueblo peculiar, celoso de buenas obras.