Página 214 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
Los bebedores de cerveza presentarán sus vasos de cerveza, y
aquellos que profesan ser hijos de Dios pueden aducir la misma
excusa para no firmar la promesa de temperancia,—debido a que
serán convidados con cerveza, y no será agradable negarse a beber.
Estas excusas pueden ser llevadas a cualquier extremo, pero no son
de peso alguno; y fuimos apenados porque alguien que pretendía
creer la verdad se negase a firmar el voto, se negase a poner barreras
alrededor de su alma para fortalecerse contra la tentación. Escogie-
ron dejar la puerta abierta, de manera que pudiesen prontamente
trasponerla y aceptar la tentación sin esforzarse en resistirla. ...
Falta de valor para decir: “He firmado el voto”
—No todos
los que pretenden creer la verdad han asumido la debida posición en
relación con la temperancia como es su deber sagrado hacerlo. Ha
habido quienes se han mantenido al margen de respaldar decidida-
mente la causa de la temperancia. ¿Por qué razón? Algunos dicen
que cuando se les convida con vino o cerveza no tienen el valor
moral de decir: Yo he firmado el voto de no probar vino fermentado
o bebida alcohólica. Los nombres de esas personas, ¿estarán registra-
dos en los libros del cielo como quienes defienden la complacencia
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del apetito?—
The Review and Herald, 19 de abril de 1887
.
Importancia de que hombres destacados firmen el voto
Soñé que había una gran compañía reunida al aire libre, y un hombre
joven de elevada estatura que a menudo he visto en mis sueños
cuando están en juego asuntos de importancia, estaba sentado cerca
del que presidía la reunión. Este joven se levantó y se dirigió a los
hombres que parecían estar al frente de la compañía, y dijo: “Aquí
tengo un papel escrito en el cual me gustaría que cada uno de ustedes
pusiese su firma”. Lo presentó en primer lugar al Hno. A. Lo miró y
leyó en voz alta: “Por el presente se compromete Ud. a abstenerse
de todo vino fermentado y de bebidas alcohólicas de toda clase, y a
usar su influencia para inducir a otros, según Ud. pueda, a seguir su
ejemplo”.
Vi al Hno. A sacudir la cabeza diciendo que no era necesario que
él pusiese su nombre en el papel. Comprendía su deber y respaldaba
igualmente la causa de la temperancia, pero no se sentía obligado a
comprometerse personalmente porque había excepciones en todas
esas cosas.