Eliminad la tentación
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apetito. Los que tratan de reformarse están circundados diariamente
por la tentación. La terrible sed del borracho exige ser satisfecha.
Por todas partes hay fuentes de destrucción. ¡Ay, cuán a menudo
su fuerza moral es vencida! ¡cuán a menudo sus convicciones son
silenciadas! El bebe y cae. Siguen noches de libertinaje, días de
estupor, imbecilidad y miseria. Así, paso a paso, la obra prosigue,
hasta que el hombre que una vez fuera un buen ciudadano, un esposo
y padre bondadoso, parece haberse convertido en un demonio.
Imaginemos que esos funcionarios que al comienzo [del año]
concedieron licencia a los traficantes de bebidas, pudiesen [al fin
del año] contemplar un cuadro fiel de los resultados del expendio
de bebidas realizado en virtud de esa licencia. Está abierta ante
ellos en sus asombrosos y terribles detalles, y ellos saben que todo
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responde a la realidad. Allí están los padres, madres e hijos cayendo
bajo la mano del asesino; allí están las miserables víctimas del frío
y del hambre y de sucias y repugnantes enfermedades, criminales
encerrados en oscuros calabozos, víctimas de la locura torturados
por visiones de enemigos y de monstruos. Allí están los padres de
cabellos grises lamentando a los que fueran hijos promisorios y
bellas hijas descendidos prematuramente a la tumba. ...
Día tras día los clamores de agonía arrancados de los labios de
la mujer e hijos del borracho ascienden al cielo. Todo esto es lo que
el vendedor de bebidas puede añadir a sus ganancias. Y esta obra
infernal se realiza ¡bajo el amplio sello de la ley! Así se corrompe
la sociedad, los presidios y las cárceles están atestados de pobres
y criminales y la horca es provista de víctimas. El mal no termina
con el borracho y su infeliz familia. Las cargas de los impuestos
aumentan, la moralidad de la juventud corre peligro, así como la
propiedad y hasta la vida de cada miembro de la sociedad. Pero
por más vívidamente que se presente el cuadro, nunca alcanzará
a describir la realidad. Ninguna pluma humana puede bosquejar
completamente los horrores de la intemperancia.
Si el único mal derivado de la venta de bebidas alcohólicas fuese
la crueldad y la negligencia manifestada por los padres intemperantes
hacia sus hijos, esto solo debería bastar para condenar y destruir
su expendio. No sólo el borracho hace miserable la vida de sus
hijos, sino que mediante su pecaminoso ejemplo los guía también
a ellos por la senda del crimen. ¿Cómo pueden hombres y mujeres